Tengo algo que confesar. Soy nieto de la única persona que se va alegrar con la muerte de Mike Schmulson. Así es, mi abuela Mélida Castilla Navarro por fin se encontrará con la persona que logró, con su narración, mitigar los dolores producidos por la artritis reumatoide. Corría la década del 40 cuando la abuela fue afectada por esa enfermedad. El dolor y la rigidez afectaban su calidad de vida. Pero en 1948 cambiaron un poco las cosas para doña Mélida. En ese año se inicia el béisbol profesional en Barranquilla y dos grandes del periodismo beisbolero se unen para llevar los partidos a través de la radio. Mike Schmulson y Chelo De Castro llevaron a mi abuela el alivio que los medicamentos no proporcionaban. La abuela que por las limitaciones no salía del cuarto, fue instruida por sus sobrinos sobre las reglas del juego, le pintaron un diamante y listo. Don Mike y Don Chelo tenían en la abuela a su más fiel oyente y el equipo del Torices una seguidora más.
Hoy recordé esos momentos vividos por mi
madre y la abuela, luego de escuchar una entrevista que Marcos Pérez Quintero
le hizo recientemente a Mike Schmulson. Sin temor a equivocarme, Don Mike fue
el gestor y primer representante del periodismo deportivo elegante y con
erudición. Oír o ver un partido comentado por este lituano/barranquillero
garantizaba aprender o enterarse de algo más. El conocimiento de Mike fue mucho
más allá de los horizontes beisboleros o del boxeo; ingeniero químico y
economista, empresario, periodista y hasta concejal de Barranquilla, Schmulson
se movía con elegancia y erudición en todos los terrenos. Sus transmisiones,
beisboleras o de boxeo, estaban enmarcadas por comentarios reposados hechos
desde el púlpito reservado para los conocedores. Las nutridas referencias
históricas, el derroche de estadísticas, su humor fino y un lenguaje franco
constituían el arsenal periodístico de Don Mike en el campo deportivo.
Barranquillero hasta los tuétanos, en 1997 disfrutó como pocos la consagración
del primer pelotero de la tierra en una serie mundial. Con un “vamos pelao”, al
mejor estilo de los “quilleros”, Mike estimuló a Edgar Rentería para impulsar
el hit de oro que entregó la serie mundial, por primera vez, a un colombiano.
Estoy seguro que la abuela Mélida está feliz. Su narrador favorito llega a acompañar las narraciones de sus amigos Marcos Pérez, Julio Blanch, Napoleón Perea y tiene un bisnieto que sigue los pasos en el periodismo de estos grandes.
Estoy seguro que la abuela Mélida está feliz. Su narrador favorito llega a acompañar las narraciones de sus amigos Marcos Pérez, Julio Blanch, Napoleón Perea y tiene un bisnieto que sigue los pasos en el periodismo de estos grandes.