“Al bagazo poco caso”, “a palabras necias oídos sordos”. Ignorarlas fue mi estrategia para enfrentar las innumerables falsas noticias producidas por la pandemia y los falsos comentarios relacionados con el acto médico, todos ellos publicados en las redes sociales sin ningún recato, sin filtro, sin probar su autenticidad, sin corroborar la información.
La idea era “no gastar pólvora en gallinazo” para continuar con el refranero popular.
Pero, “la ignorancia es atrevida” y debo adicionar al refrán incansable. No paran de publicarse en las redes sociales toda clase de informaciones con tintes de veracidad que enloquecen a todo el mundo. Las peores son las que vienen con la firma de un profesional en la materia o de un ministro del alto gobierno avalando informaciones a todas luces falsas, tendenciosas, sin fundamento científico.
Debo partir de una premisa que nos pasa a todos, creemos en el avalado en una materia cuando expresa un comentario. Es lo normal, los legos, los que simplemente ignoramos un tema, confiamos en el concepto del profesional, ministro, técnico o cualquier funcionario que tiene los pergaminos expedidos por una universidad o por un gobierno para ejercer su cargo y expresar sus válidos conceptos.
Lo que no puedo entender es como profesionales en la materia hacen comentarios falsos. Vale la pena el riesgo de ser desmentido públicamente por ese minuto de fama. Resulta que sí vale, porque la verdadera ciencia, la que tiene el conocimiento, está tan ocupada tratando de resolver los problemas reales que no tiene tiempo de salir a desmentir tanta irresponsable información que se publica. Los minutos de fama por las informaciones falsas son abrumadoramente mayores. Las cifras de replicaciones que se producen tras la publicación de una noticia falsa superan con creces a las verdaderas noticias, la fama no es efímera. Que la aspirina sirve para el tratamiento del COVID 19, que las mascarillas producen enfermedad pulmonar, que los médicos están intubando pacientes para llenar las unidades de cuidado intensivo, que los pacientes deben ser cremados, que las pruebas no se que, en fin, todas las informaciones publicadas en las redes sociales son consideradas verdaderas por absurdas que parezcan. La pandemia no solo trajo la cuarentena y la muerte, también llegó el infocalipsis.
Ante esta caótica situación propongo a mis lectores tomar una conducta sencilla, antes de replicar cualquier información aparecida en una red social, por veraz que parezca, confírmela, tome un tiempo para ver si alguien desmiente o confirma la noticia, pregunte a otro experto, evitemos otro refrán popular “el que caya otorga”