Todo
parecía en orden. Esta vez me había cerciorado de cubrir cada aspecto del viaje
para no tener contratiempos durante las vacaciones. El pasaporte no estaba
vencido como en aquel viaje a Estados Unidos, los registros civiles de los
menores estaban en regla para no repetir lo ocurrido en un viaje a Panamá.
Llevaba impreso los papeles exigidos por el hotel, etc. etc. Como nunca, todo
en orden y guardado dentro del maletín de mano que no dejo ni a sol ni a
sombra.
Las vacaciones, organizadas por dos expertos en el arte de viajar bien y disfrutar sin derroche, prometían ser de película. Las locaciones, Playa del Carmen, uno de los destinos turísticos más importantes del Caribe. El presupuesto, austero por comprar con la debida anticipación y con millas acumuladas. El reparto, los amigos de la universidad que posteriormente vivimos en Bogotá durante varios años. El guion de la película, reírse de los recuerdos. Título de la película "Chicos malos en Cancún"
Todo andaba bien hasta cuando se supo que un miembro del grupo perdería su conexión y no llegaría a la fiesta inicial. Salió a relucir la famosa frase usada para consolarse cuando algún contratiempo nos impide disfrutar de un merecido descanso: “Las vacaciones sin contratiempos no producen historias para contar" la sentencia expresada por un joven de 15 años no podía ser más apropiada, el problema es que también resultó ser premonitoria. El amigo que perdió la conexión y su primer día, también perdió sus maletas y otro día más de hotel. Salir a comprar algo de ropa y esperar la llegada del equipaje perdido consumió el segundo día. Las historias para contar no terminaron con los problemas de transporte.
Al fin médicos, sabíamos de los posibles problemas de salud padecidos por los viajeros y veníamos preparados. Cuando la diarrea del viajero atacó al primer miembro del grupo, los antidiarreicos fueron esgrimidos con todo éxito. El problema estuvo en que fueron varios los afectados. El último de ellos con tal grado de severidad que fue preciso trasladarlo al hospital porque la cosa ya pasaba de castaño a oscuro. Dejo constancia que el hotel escogido no era una sucursal del alcantarillado de Ciudad de México o del acueducto de Barranquilla.
Una semana de playa y deporte playero aseguran unas torceduras en los poco acostumbrados practicantes. Para eso también estábamos preparados de manera que un lumbago y unas rodillas adoloridas fueron rápidamente subsanadas con los analgésicos disponibles en los botiquines de viajeros. El problema vino cuando un trauma, jugando fútbol playa, produjo una laceración en la piel de uno de los asistentes. La peladura lo sacó del partido y de las otras actividades programadas. El botiquín de viajeros contemplaba algunos elementos de curación, pero fue necesario ir a médico para comprar un antibiótico y dotar el equipo de curaciones. Cuando todo parecía resuelto sin ninguna otra novedad ocurrió un hecho que puso a prueba la solidaridad del grupo y superó con creces las capacidades del botiquín.
En la habitación de un miembro del grupo, envuelto en unas tibias toallas, descansaba tranquilamente un escorpión. La inoportuna mano de nuestro compañero tomó la toalla en donde el insecto reposaba y este no tuvo más remedio que picarlo. Nuestro botiquín no contemplaba elementos para picadura de escorpión de manera que otro miembro del grupo fue a parar al hospital.
Otra historia que cambió el guion de la película en Cancún. Los Chicos eran malos, pero por las diarreas, vómitos, escaldaduras, lumbagos, peladuras y picaduras. Las inesperadas historias convirtieron a la prometedora película de vacaciones en un episodio más de "Sala de Emergencias"
Las vacaciones, organizadas por dos expertos en el arte de viajar bien y disfrutar sin derroche, prometían ser de película. Las locaciones, Playa del Carmen, uno de los destinos turísticos más importantes del Caribe. El presupuesto, austero por comprar con la debida anticipación y con millas acumuladas. El reparto, los amigos de la universidad que posteriormente vivimos en Bogotá durante varios años. El guion de la película, reírse de los recuerdos. Título de la película "Chicos malos en Cancún"
Todo andaba bien hasta cuando se supo que un miembro del grupo perdería su conexión y no llegaría a la fiesta inicial. Salió a relucir la famosa frase usada para consolarse cuando algún contratiempo nos impide disfrutar de un merecido descanso: “Las vacaciones sin contratiempos no producen historias para contar" la sentencia expresada por un joven de 15 años no podía ser más apropiada, el problema es que también resultó ser premonitoria. El amigo que perdió la conexión y su primer día, también perdió sus maletas y otro día más de hotel. Salir a comprar algo de ropa y esperar la llegada del equipaje perdido consumió el segundo día. Las historias para contar no terminaron con los problemas de transporte.
Al fin médicos, sabíamos de los posibles problemas de salud padecidos por los viajeros y veníamos preparados. Cuando la diarrea del viajero atacó al primer miembro del grupo, los antidiarreicos fueron esgrimidos con todo éxito. El problema estuvo en que fueron varios los afectados. El último de ellos con tal grado de severidad que fue preciso trasladarlo al hospital porque la cosa ya pasaba de castaño a oscuro. Dejo constancia que el hotel escogido no era una sucursal del alcantarillado de Ciudad de México o del acueducto de Barranquilla.
Una semana de playa y deporte playero aseguran unas torceduras en los poco acostumbrados practicantes. Para eso también estábamos preparados de manera que un lumbago y unas rodillas adoloridas fueron rápidamente subsanadas con los analgésicos disponibles en los botiquines de viajeros. El problema vino cuando un trauma, jugando fútbol playa, produjo una laceración en la piel de uno de los asistentes. La peladura lo sacó del partido y de las otras actividades programadas. El botiquín de viajeros contemplaba algunos elementos de curación, pero fue necesario ir a médico para comprar un antibiótico y dotar el equipo de curaciones. Cuando todo parecía resuelto sin ninguna otra novedad ocurrió un hecho que puso a prueba la solidaridad del grupo y superó con creces las capacidades del botiquín.
En la habitación de un miembro del grupo, envuelto en unas tibias toallas, descansaba tranquilamente un escorpión. La inoportuna mano de nuestro compañero tomó la toalla en donde el insecto reposaba y este no tuvo más remedio que picarlo. Nuestro botiquín no contemplaba elementos para picadura de escorpión de manera que otro miembro del grupo fue a parar al hospital.
Otra historia que cambió el guion de la película en Cancún. Los Chicos eran malos, pero por las diarreas, vómitos, escaldaduras, lumbagos, peladuras y picaduras. Las inesperadas historias convirtieron a la prometedora película de vacaciones en un episodio más de "Sala de Emergencias"