Hoy escuché una versión del himno de Barranquilla, en tiempo de bolero cubano, ejecutada con tal dulzura que no pude evitar derramar unas lágrimas por lo bella de la interpretación. Ahora, no hay ninguna dificultad en que yo derrame una lagrimita mientras canto el himno nacional o de Barranquilla durante algún acto. Un ejemplo, los actos previos a un encuentro deportivo. Nunca olvidaré aquel partido Colombia vs Ecuador clasificatorio para el mundial de Brasil 2014. No lo olvido porque era la primera vez que asistíamos al estadio con mi hijo menor, a quien el gusto por el fútbol todavía no le llegaba. El inicio del partido fue retrasado por un descomunal aguacero que inundó la cancha, los alrededores y aguó todas las expectativas. Pero a la hora de comenzar el encuentro, durante los actos de protocolo, el público barranquillero cantó ese himno con tal pasión y fervor que mi hijo y yo tendremos ese momento siempre presente. Casi que cantar el himno al unísono con todos los asistentes, llorando de emoción, con el amor patrio a flor de piel, ya era un espectáculo suficiente que pagaba las costosas boletas.
Claro que eso de cantar el himno nacional, en medio de un acto trascendental, como cuando se representa al país, a capela y sólo, tiene que ser muy difícil y debe producir más de una emoción. Recuerdo que nuestra querida Shakira fue vapuleada, en los medios de comunicación, por olvidar una palabra del himno nacional durante la inauguración de la cumbre de las Américas. La confusión no ameritaba semejante despliegue y por eso creo que nuestra estrella debió tener alguna lagrimilla de frustración.
Claro que, si de ser vapuleado por interpretar un himno se trata, quien más sabe de esa situación es el rebelde del acordeón, Alfredo Gutiérrez. A principios de los 80 Alfredo interpretó con su acordeón el “Gloria al bravo pueblo” en una caseta de Maracaibo. La guardia venezolana entendió como un acto irrespetuoso la versión en tiempo de vallenato del himno patriota y lo llevaron por tres días a la cárcel, no sin antes propinarle fuertes golpes en las nalgas. Las posaderas de Gutiérrez se hicieron famosas cuando fueron mostradas a la prensa para dar fe de la golpiza recibida. En este caso, Alfredo debió derramar lágrimas de rabia y dolor por el maltrato recibido.
Muchas otras lágrimas se habrán derramado por himnos y situaciones de la vida. Hoy recordé las mencionadas mientras escuchaba la versión del himno barranquillero en ritmo de bolero, pero a diferencia de los hermanos venezolanos, solo pude aplaudir y llorar.
Claro que, si de ser vapuleado por interpretar un himno se trata, quien más sabe de esa situación es el rebelde del acordeón, Alfredo Gutiérrez. A principios de los 80 Alfredo interpretó con su acordeón el “Gloria al bravo pueblo” en una caseta de Maracaibo. La guardia venezolana entendió como un acto irrespetuoso la versión en tiempo de vallenato del himno patriota y lo llevaron por tres días a la cárcel, no sin antes propinarle fuertes golpes en las nalgas. Las posaderas de Gutiérrez se hicieron famosas cuando fueron mostradas a la prensa para dar fe de la golpiza recibida. En este caso, Alfredo debió derramar lágrimas de rabia y dolor por el maltrato recibido.
Muchas otras lágrimas se habrán derramado por himnos y situaciones de la vida. Hoy recordé las mencionadas mientras escuchaba la versión del himno barranquillero en ritmo de bolero, pero a diferencia de los hermanos venezolanos, solo pude aplaudir y llorar.
Post scriptum: Para los interesados en apreciar la versión en tiempo de bolero son del himno de Barranquilla les anexo la pagina.
http://extranoticias.com.co/…/la-arquitectura-musical-del-…/
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