Tengo entendido que el negocio de los Call-center crece como espuma. La pandemia y post pandemia llevó a los consumidores a usar con mayor frecuencia el teléfono para obtener un artículo sin salir de casa. Ahora, el invento no es nuevo, mucho antes del desarrollo de los actuales centros de llamadas (traducción de call-center) en Barranquilla, los cachacos de la tienda de la esquina habían desarrollado el servicio del domicilio. Con unas ventajas aun no superadas por los nuevos desarrollos. No cobran el domicilio y de ser usted cliente viejo le pueden fiar. No sé en otras ciudades y en otros países, pero creo que en Barranquilla piden a la tienda cualquier cosa, Los pedidos pueden ir desde un limón hasta cualquier artículo susceptible de ser vendido por teléfono.
Pero no es el servicio de la tienda de la esquina lo que me anima a escribir estas cuartillas. Mi comentario va dirigido a los Call-Center de las grandes empresas que usualmente están localizados en otras ciudades y atienden un gran volumen de usuarios.
Seguramente todos mis amables lectores han tenido la experiencia de comunicarse con una de estas empresas de manejo de llamadas. Dicen que este negocio prospera en el eje cafetero y debe ser así, porque con frecuencia me encuentro con el conocido acento paisa, estilo Natalia Paris, recibiendo mi pedido. Las encuestas deben indicar que este acento resulta atractivo a los usuarios. No sé, habrá que averiguar.
Sin embargo, a los criados con el cachaco de la tienda, lo que nos interesa es que el pedido llegue rápido, correcto y sin tanta preguntadera. Nada peor que nuestra llamada sea recibida en un centro localizado en otra ciudad y por un novato, la llamada se convertirá en una película de terror. Con un resultado previsible, usted se molesta, por no decir otro neologismo más usado pero también mas procaz, termina la llamada y marca el número de la competencia, por supuesto.
Deben suponer que tuve una experiencia negativa recientemente con una llamada de este tipo y por supuesto que así fue. Pretendiendo resolver el almuerzo dominical, marqué al teléfono de una conocida cadena de venta de pollo frito, promocionada con la voz del gallo Claudio. Me atendió el funcionario del acento mencionado y comenzó a preguntar de todo, me dejo un par de veces esperando “amablemente” en la linea, para finalmente decir, con su entrenado acento, que no sabía como enviar un pollo que tiene una sucursal a pocas cuadras de mi casa. Le cuento a los administradores de la cadena, que hoy se perdieron de mi pedido y seguramente de muchos otros. En ese centro de llamadas que atiende a sus clientes están mas despistados que la misma Natalia.
Pero no es el servicio de la tienda de la esquina lo que me anima a escribir estas cuartillas. Mi comentario va dirigido a los Call-Center de las grandes empresas que usualmente están localizados en otras ciudades y atienden un gran volumen de usuarios.
Seguramente todos mis amables lectores han tenido la experiencia de comunicarse con una de estas empresas de manejo de llamadas. Dicen que este negocio prospera en el eje cafetero y debe ser así, porque con frecuencia me encuentro con el conocido acento paisa, estilo Natalia Paris, recibiendo mi pedido. Las encuestas deben indicar que este acento resulta atractivo a los usuarios. No sé, habrá que averiguar.
Sin embargo, a los criados con el cachaco de la tienda, lo que nos interesa es que el pedido llegue rápido, correcto y sin tanta preguntadera. Nada peor que nuestra llamada sea recibida en un centro localizado en otra ciudad y por un novato, la llamada se convertirá en una película de terror. Con un resultado previsible, usted se molesta, por no decir otro neologismo más usado pero también mas procaz, termina la llamada y marca el número de la competencia, por supuesto.
Deben suponer que tuve una experiencia negativa recientemente con una llamada de este tipo y por supuesto que así fue. Pretendiendo resolver el almuerzo dominical, marqué al teléfono de una conocida cadena de venta de pollo frito, promocionada con la voz del gallo Claudio. Me atendió el funcionario del acento mencionado y comenzó a preguntar de todo, me dejo un par de veces esperando “amablemente” en la linea, para finalmente decir, con su entrenado acento, que no sabía como enviar un pollo que tiene una sucursal a pocas cuadras de mi casa. Le cuento a los administradores de la cadena, que hoy se perdieron de mi pedido y seguramente de muchos otros. En ese centro de llamadas que atiende a sus clientes están mas despistados que la misma Natalia.