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miércoles, 18 de septiembre de 2019

Una jugadita por amor de Dios


Los dirigentes del fútbol están preocupados por las bajas asistencias a los estadios y las pobres audiencias registradas en los partidos nacionales televisados. Ante esta situación la pregunta obvia es ¿Qué tipo de espectáculo futbolero esta usted dispuesto a pagar por ver? La respuesta es muy sencilla: fútbol de calidad. No se quieren ver juegos de resultado. El público dispuesto a pagar puede perdonar las derrotas, pero tolera poco el fútbol resultadista y menos el mal fútbol.
El buen fútbol lo escuché primero, no tenia ni la edad ni los recursos para ir al estadio, eran los tiempos de la radio. La narración del negro Edgar Perea me mostraba el juego excelso de Víctor Ephanor, el diablo Caldeira y otros que jugaron en el Junior de principios de los 70. El proceso siguió con el gran Juan Ramón Verón, Julito Comesaña y el equipo de los obreros que le dieron a Junior su primera estrella en 1997. Pero mi grado de futbolero fue con honores, lo recibí en el estadio metropolitano de Barranquilla un 19 de diciembre de 1993 durante un encuentro entre Junior y América por el campeonato de ese año. En ese partido jugaron figuras como el Pibe Valderrama, Oscar Córdoba, Iván Valenciano, Alex Escobar, Víctor Pacheco y otros mas.
Con esos antecedentes, estoy dispuesto a pagar por un fútbol de toque rápido que siempre busca el arco contrario, quiero ver fintas, desbordes, pases filtrados que terminen en gol, tacos inesperados con destino correcto, quiero ver el túnel grosero, la chalaca voladora, la rabona que termina en gol. Pago por ver a un equipo que ponga el balón como un corozo. Si ese equipo juega así y gana, muy bien. Si pierde no importa, otro día será, los otros tampoco son mochos y si nos ganaron fue porque hicieron también lo que me gusta, jugaron buen futbol.
La verdad no quiero ver equipos ganadores con anti-fútbol, no quiero la táctica del murciélago, lesionar al virtuoso, perder tiempo. No quiero ver tampoco esos jugadores “acaba ropa” de gran talla, de juego fuerte, buenos para obtener resultados sin importar mucho la técnica. No puede ser que el número 10 en los equipos esté en vías de extinción.
Este comentario escrito por la nostalgia del buen fútbol me sirve como obituario del versátil periodista deportivo Abel González Chaves. Abel, testigo de la llegada de aquellos protagonistas del buen juego imploraba desde su programa a los jugadores y técnicos actuales una jugadita por amor de Dios. Eso pedimos y eso queremos pagar los fanáticos actuales: futbol de calidad y no de resultados.