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domingo, 10 de junio de 2018

Desazón y Zozobra


Desde el domingo de elecciones para acá, registro ciertas sensaciones que no recuerdo haber sentido antes en mi vida. Busqué el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española para cerciorarme de definir bien mi sentimiento. La primera palabra encontrada que podía describir mi estado fue Desazón. Esta palabrita, de uso poco frecuente, es definida por el mencionado diccionario, en su tercera acepción, así: Disgusto, pesadumbre, inquietud interior.
Si, pensé, desazón recoge algunos de los sentimientos que percibo. Disgusto, porque los resultados del domingo pasado dejaron más polarizado al país. Pesadumbre porque Fajardo, candidato que nos sacaba de la polarización, perdió por muy poco. Inquietud interior, porque no sé qué esperar de los candidatos que van a segunda vuelta.
Pero desazón resulta no ser suficiente para cubrir lo que siento. Entonces me dije, debe haber algún sinónimo que amplíe lo ya mencionado.
Tomé el diccionario de sinónimos y efectivamente encontré la palabra que completa mi estado actual de pensamiento. A la desazón ya manifestada se adiciona la zozobra.
Esta palabra denota estado de inquietud. El que percibe zozobra percibe entre otras cosas, intranquilidad, preocupación, ansiedad, incertidumbre.
Si, estoy intranquilo porque las posturas de los dos candidatos no me generan confianza. El uno dice, acomodándose, que el proceso de paz continuará su ruta. Pero hasta hace muy poco los mayores representantes de su partido hablaban de hacer trizas el acuerdo. No tengo dudas en relación a los defectos del acuerdo de paz con las FARC, pero tengo la certeza de que acabarlo es un mal mayor.
El otro, también acomodándose, dice que nada que ver con el populismo, constituyente, conflicto de clases y otras cosas más, cuando hasta hace muy poco estas eran sus banderas.
La preocupación aumenta cuando encuentro desde ya, en todos mis contertulios, posiciones totalmente polarizadas. Amigos totalmente identificados con las tesis de Petro que jamás me hubiera imaginado. Claro que ni hablar de los Uribistas, con ellos cualquier pronunciamiento en contra de su líder es tomado como personal.
Este estado de polarización me genera las dos últimas acepciones de la zozobra, ansiedad e incertidumbre. Ansiedad para que el paso por este “Rubicón” sea rápido y ojalá sin mayores problemas e incertidumbre porque como nunca, siento que Colombia está en esa posición difícil que se resume en la frase: con cara ganas tú y con sello pierdo yo.

El oráculo de Delfos


La notoria sensibilidad en el tema político, vista por estos días, hizo que la reflexión, Desazón y Zozobra, fuera debatida ampliamente. Piter, mi amigo y hermano de la vida, con su notable erudición,  expresó argumentos contundentes en contra de mi preocupación frente a los resultados de la próxima elección presidencial. El resumen de su postura es que no hay motivos para asombrarse, lo visto hasta ahora es el resultado esperado de los hechos políticos ocurridos en el país. Empezó y terminó su exposición de motivos con la frase, Elías, bienvenido a la democracia.
Mastiqué las ideas de Piter y las rumié con las también interesantes y diversas reflexiones que la mencionada nota produjo en Facebook. Para después de muchas vueltas en mi pensamiento, contarles cuál es mi humilde reflexión sobre las posibles consecuencias del próximo debate electoral. Mejor dicho me metí a futurólogo, aquí voy:
Los dioses, al ver mis preocupaciones electorales, me recomendaron una pasadita por la oficina del oráculo de Delfos. El hombre esta que se trabaja porque ya nadie lo consulta. Los políticos de ahora prefieren a J.J Rendon y otros advenedizos sin historia. En fin, me fui a la página Web del oráculo, ya no es necesario ir a Delfos y le pregunté:
Dime oráculo sabio, qué va a ocurrir con el próximo gobernante de nuestra amada patria?
El oráculo respondió, como siempre, para ser interpretado.

Por Colombia, me preguntas?
del debate, el resultado?
Interpreta mis respuestas,
ojalá sean de tu agrado

En la izquierda no caminan,
ni los propios compañeros.
Si el congreso no funciona,
cuatro años perderemos

Si el paisa quiere ganar,
Al del ubérrimo debe evitar.
Si violencia no quiere tener,
Los acuerdos debe mantener

Lo que quiere decir, palabras más, palabras menos, que ninguno va a poder gobernar a sus anchas. A Petro el establecimiento le limitará al máximo sus ejecutorias sean buenas, regulares o malas, populistas o no. Sin mayorías en el congreso le será imposible gobernar. Lo siento por la izquierda romántica, está vez tampoco será.
El caso de Duque es distinto, gran parte del establecimiento está con él y podrá sacar adelante sus proyectos. Pero si Uribe y amigos toman preponderancia y hacen lo que la izquierda teme, entonces lo ocurrido durante la transición del gobierno Lleras Restrepo al de Pastrana Borrero fue un juego de niños en comparación con lo que ocurriría hoy.
Ojalá se equivoque el oráculo.

lunes, 4 de junio de 2018

El Vicioso


Soy incapaz de juzgar a las personas que sufren de una adicción. De primera mano, entiendo el significado y las implicaciones que tiene ser un adicto. No lo digo por la formación médica y mucho menos en tono de broma, la expresión lanzada tiene toda la realidad, crudeza e implicaciones del tema.
Soy un vicioso. Entiendo lo que siente un adicto cuando se encuentra en estado de abstinencia. Entiendo al dependiente cuando a sabiendas del perjuicio que puede causar su vicio, monta una justificación mental y sucumbe ante el objeto o la sustancia adictiva.
También sé lo que un adicto siente cuando ingresa a los lugares en donde se expenden estas sustancias. Es más, puedo hacer un listado de los mejores lugares donde se pueden conseguir mis adicciones. Peor aun cuando se sufre de una dependencia, no importa la calidad del lugar en donde se consigue el vicio.
Al ingresar a cualquiera de esos lugares, el adicto entra con la certeza de que esta vez no va a caer en la trampa. En esta ocasión podrá vencer a la adicción. No va a consumir. Sin embargo, el cerebro en estado de dependencia comienza a decirte, solo un poquito, eso no hace daño, hace tiempo que no consumes. Se presenta entonces el nerviosismo, la sudoración, te dan ganas de salir del lugar, pero no, nada que hacer. Comienzas a sentir que las glándulas salivares están trabajando al máximo, la frecuencia cardíaca se aumenta, los pies te llevan sin quererlo al lugar en donde dispensan tu veneno.
Pareciera que el objeto adictivo se apoderara de tu cerebro y comienza a llamarte, ven, tómame, úsame, disfrútame, ven, aprovecha tu oportunidad.
En ese momento todas las prevenciones, todas las recomendaciones, todos los propósitos de enmienda quedan en la nada. Las papas rellenas, las panochas rellenas de queso, los deditos de Olaya entre otras sustancias adictivas, siempre acompañadas de una Coca Cola bien fría sabor original, por supuesto, vencen la frágil resistencia. Las calóricas y grasosas viandas son devoradas con rapidez, mirando hacia los lados como escondiéndome, quizás para evitar a mí odioso superyó que me recrimina por la mínima falta o, en realidad, para evitar que los pacientes a quienes recomiendo, por su salud, una dieta baja en carbohidratos y grasas se enteren de mi debilidad y me saluden utilizando una de las tantas acepciones del ajá barranquillero, con tono de sorpresa: Doctor, Ajá y qué?