Que parroquialismo, que falta de visión. ¿Qué hado nefasto me
impulsó a escribir aquellas notas? Busco una palabra que pueda venir en mi
defensa y nada. Debo aceptar con toda humildad la rotunda equivocación. En una nota anterior referida a la música de los jóvenes,
sentencié con ligereza a los reguetoneros y su música: no serán recordados.
Error craso, predecir el futuro es cosa de brujas y no estoy para eso. Una
reciente reunión me enseñó que, en cuestiones de
gustos y éxitos musicales, al igual que en los colores, no han escrito los
autores.
Ocurrió en ciudad de Panamá durante
la clausura de un encuentro de reumatólogos latinoamericanos. El ánimo se
notaba propicio para emprender una fiesta con ritmo latino. La salsera capital
del istmo tierra de grandes músicos y el ambiente festivo que se percibía, hizo
fácil pensar que bastaba poner una buena melodía y el resto sería historia.
Me acerqué a la consola de sonido. Un viejo
portátil conectado a internet con una página de YouTube de música ambiental,
amenizaba el momento. No se necesitaba ser muy aguzado para intuir que los
organizadores no estaban interesados
en armar fiesta. No contaban con mi alma de DJ y algunos conocimientos en consolas
de sonido.
Tomé el portátil y tecleé “Lloraras”, el
mundialmente conocido éxito de Oscar De León, garantizaba rumba total.
Subí el volumen de la consola, al mejor estilo latino y, nada.
No puede ser, chilenos, argentinos y ecuatorianos
nada, pero colombianos y venezolanos, tampoco.
Como el grupo colombiano se veía muy animado decidí
introducir un tema de Joe Arroyo. Lloraras aún no terminaba cuando escribí en el buscador “En Barranquilla
me quedo”. Los acordes del éxito del Joe se quedaron en el vacío. Aunque el
grupo parecía ambientado y animado por el combustible etílico la música no era
la adecuada. Una jovencita con acento argentino se acercó y rápidamente acabo con mis aspiraciones de DJ experto.
"Poné éxitos del reguetón y déjalo correr".
No, ni de vainas, un colombiano prende una fiesta
con paisano.
La gente ya empezaba a notar la falta de una
melodía que prendiera el ambiente. Mis minutos como DJ estaban contados con los dedos de una mano
mocha.
Carlitos Vives y Shakira, me sacan del apuro.
Tecleé con dificultad la bicicleta en el buscador y Enter, justo antes de que un grupito encabezado por la chica del
sur viniera por mi cabeza. Un grito de aceptación fue la respuesta al acierto en la elección del tema, las parejas
se organizaron rápidamente bailando y cantando al compás de Vives y Shakira.
Tenía tres minutos para escoger otra canción y no dejar caer el ánimo. La
columna de la izquierda con sugerencias,
en la página de YouTube, salvó mi fugaz experiencia como DJ internacional.
Despacito, de Luis Fonsi y Daddy Yankee, sonó con mayor volumen, el baile era
total y la felicidad se reflejaba en las caras. Seguí el consejo de la chica
del cono sur, escribí en el buscador “éxitos
del reguetón” y lo dejé correr.
Me fui a dormir pensando en escribir una nota
reconociendo mi error con la música de los jóvenes. Aquí está