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domingo, 25 de marzo de 2018

Los zapatos de Iván Duque.


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Antes de anotar una breve reflexión sobre el acontecer nacional, quiero dejar muy claros los siguientes puntos:
1.       No soy uribista y tampoco soy antiuribista.
2.       No soy santista ni tampoco soy antisantista.
3.       No pertenezco a ningún grupo político de izquierda, centro o de derecha.
4.       Mi pensamiento político y social al igual que mis votos son a favor de cualquier movimiento que busque la prosperidad para Colombia.
Dejando claro que mi pensamiento en este momento no se debate entre izquierdas o derechas, centros ni laterales, quiero expresar mi desazón o preocupación si se quiere, por la situación del candidato Iván Duque.
No quisiera estar ni por un momento en los zapatos de este magnífico senador y mejor candidato a nuestra presidencia. No se necesita ser un genio de la política ni un gurú electoral para darse cuenta que este señor es un excelente candidato. Tiene presencia, sabe hablar, tiene en sus respuestas siempre un tono mesurado y cuando se trata de responder con números, los tiene todos en su cabeza. Candidatazo.
¿Cuál es su problema entonces?
Según se desprende de las múltiples notas publicadas en redes sociales durante el fin de semana, Duque tiene, nada más y nada menos, que decir y hacer todo lo que el expresidente Uribe diga y todo lo que el uribismo proponga. Menudo problema para alguien que por encima se ve que es capaz de tener sus propias ideas. Mientras se identifique con las ideas de nuestro “proceloso líder”, no habrá problemas, pero el día que piense diferente, el día que sus ideas no se ajusten con las de sus áulicos, será Troya. Del nuevo Santos traidor no lo bajarán.
Es realmente ofensivo tanto para Duque como para Uribe que la opinión pública vea al candidato del centro democrático como un títere del expresidente o de la colectividad. Sin embargo, no lucen bien, en una campaña que apenas comienza, los trinos uribistas relacionados con lo que Duque hará o dejará de hacer durante su eventual gobierno.
No habrá alguien que le diga al Dr. Uribe lo mismo que le dijo el rey de España, don Juan Carlos de Borbón, al presidente Chávez en aquella cumbre iberoamericana del 2007……
Mil excusas por la intervención en política.

lunes, 12 de marzo de 2018

Hombre cobarde no besa mujer bonita


Hombre cobarde no besa mujer bonita, está frase que escuché por primera vez a mi amigo Manfred, me la repito con mucha frecuencia, en diferentes escenarios. Obviamente, no para refrendar mi éxito al besar a la bella Martha Claudia aquella noche araucana cuando, llenó de valentía, decidí hacerla mi novia; ni mucho menos para intentar algún devaneo con otra figura del género femenino que impacte mis sentidos.

No, claro que no, me refiero a muchas cosas que dejé de hacer en la vida por razones tan disímiles como el miedo, la desinformación, el temor al que dirán, la falta de presupuesto o simplemente por prejuicios muchas veces inexplicables.
Haciendo memoria, recuerdo algunas experiencias que no pude llevar a cabo por alguna de las razones previamente mencionadas. Por ejemplo, conocer Machu Picchu. Estando en Lima, fui invitado a conocer el bello asentamiento Inca. La invitación sin duda muy tentadora, fue rechazada en su momento, por temor a sufrir el llamado mal de altura que se puede sentir al llegar a Cuzco, paso obligado para llegar a Machu Picchu. Recapacito y sigo teniendo el mismo temor de “besar” a esta bella; preguntaré a mi cardiólogo la pertinencia de este viaje.
Estando en Estambul, me abstuve de llegar a la Capadosia y subirme a uno de los muchos globos aerostáticos que atraviesa la zona, por la inseguridad que siento al subirme en estos vehículos. Todavía hoy no sé si estos aparatos son seguros de manera que esta otra “bella” sigue en espera.
Otras “Mujeres Bonitas” nunca he tenido oportunidad de besarlas pero son empresas plausibles, por ejemplo, todavía puedo tener un programa de radio. La radio me viene por la vena familiar y siento que podría hacer un buen programa de variedades con musica, noticias y notas médicas. Sin embargo, mi programa entraría a competir con muchos otros por la audiencia de celadores o gentes que sufran de insomnio. Este beso no parece muy llamativo.
Todavía puedo montar un bar bien elegante en donde el asistente pueda disfrutar de su bebida preferida acompañado de la mejor música en vivo. El problema es que esa empresa puede resultar muy costosa y necesito de un socio capitalista que por hoy no vislumbro. Otro beso fallido.
Incluso todavía puedo dedicarle tiempo a la política. Es un tema por el cual me siento atraído. Pero luego de ver todo lo ocurrido en la reciente campaña electoral mejor sigo ejerciendo mi profesión y me olvido de cantos de sirenas y de “besos” a mujeres no tan bellas