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domingo, 10 de diciembre de 2023

Ser anfitrión

Quizás una buena parte de los miembros de nuestra asociación colombiana de reumatologia(ACR) no recuerden al señor Roarke, los más jóvenes porque nunca lo vieron y muchos otros, por los efectos del alemán, ya lo olvidaron. Otro señor también olvidado por casi todos mis queridos colegas y contertulios es Fernando Camas, el dueño de una casa en donde los domingos por la tarde vamos a pasar un rato. ¿Qué tienen en común este par de señores?
Los dos son excelentes anfitriones. El primero es el anfitrión de la isla de la fantasía, un lugar en donde a usted se le cumplen todos sus sueños. La serie de televisión estuvo en el aire durante seis años fue protagonizada por Ricardo Montalvan. El otro señor, Fernando Camas, que no creo sea ficticio es el protagonista del tema La casa de Fernando interpretada por la Billo`s Caracas con la voz de Cheo Garcia. En la casa de este señor los domingos, como ya se dijo, los amigos se reúnen a beber, bailar y comer sin ningún plan establecido.
A ¿qué viene el cuento? Resulta que nuestra asociación regaló este fin de año un barril para asar carne. Ya había participado de asados con este práctico utensilio, de manera que ya había pensado comprar uno para atender a mis amigos. En Barranquilla será el próximo evento de la ACR de manera que es una oportunidad para ser el anfitrión de mis colegas y poner en uso el barril asador. 
Entonces decidí estrenar el asador para aprender a usarlo. Por supuesto recurrí al todo poderoso Google para aprender de experiencias ajenas y como sacar el mayor provecho del aparato. El primer aprendizaje es que la carne quedará buena y deliciosa solo si ella es intrínsecamente buena. Conclusión de este aspecto, si quiere que la carne quede buena, compre carne importada. 
Es cierto, al barril no hay que vigilarlo como en los asados tradicionales. Ese aspecto en la preparación de un asado se lo ahorra usted con el barril. Pero para el resto, toca todo igualito con barril o sin él. Todo es todo, la guarnición debe ser escogida y preparada a la altura de la carne importada; se debe disponer de bebidas variadas para satisfacer los diferentes gustos, no se olvide del hielo; es clave disponer de un recinto apropiado, ojalá una casa finca en la playa, con equipo de sonido para acompañar con musica selecta. En fin, todo lo que toca para pasar una buena tarde.
Escribo esta notica después de estar toda la tarde asando carne en la terraza de la casa, con mucho sol pero sin playa y sin ayudantes. La conclusión es que si, el barril es todo un éxito, la carne queda deliciosa, pero para ser un anfitrión del nivel del señor Roarke y de Fernando, se necesitan algunas cositas mas que el barril enviado por la ACR. 

sábado, 11 de noviembre de 2023

Hacer mercado


La migración de los hijos a la capital en busca de un mejor futuro obliga a la separación temporal de la familia. Dos largas semanas lleva Maruja en la capital organizando el apartamento de los hijos de manera que el mantenimiento de la casa en Curramba le toca a este pechito. Aclaro de una vez que este encargo en realidad se lo dejo a nuestra asistente del hogar que lo hace muy bien. Solo un oficio lo asumo personalmente y no lo delego a nadie, hacer el mercado. En la cotidianidad Maruja se encarga de ese rubro, pero cada vez que tengo la oportunidad asumo este encargo con gusto.
Si, me gusta hacer “la compra” así se refería mi papá al hacer mercado. Recuero desde muy pelao acompañarlo al centro para hacer las compras a precios más accesibles y para encontrar mayor frescura en los productos. Mi papá gozaba regateando el precio de todos los productos escogidos. Estoy convencido de que los mercaderistas subían los precios apenas el preguntaba por el costo del producto, de manera que al regatear quedaban en el valor original. Lo cierto es que el salía contento luego de obtener una rebaja con su regateo. 
Me gusta disponer del tiempo suficiente para escoger las frutas y vegetales en su punto adecuado. El viejo me enseñó a escoger los mejores productos, a distinguir los limones secos de los jugosos, fijarse en los ojos y las escamas del pescado para saber si este está fresco y uno muy importante cómo distinguir una yuca rucha de una harinosa. Aclaro de una vez que aquel método no aguanta un estudio epidemiológico. La yuca saldrá rucha o harinosa independiente de la técnica que se use para escogerla y solo se conocerá su calidad luego de pagarla y cocinarla en la casa. Por eso aquella frase que dice: no hay mayor felicidad que cuando se escucha desde la cocina la yuca salió buena.
Del mercado de las empresas publicas en donde aprendí a escoger el mercado pero no a regatear pasamos a la Olímpica de la 72 con 47, el primer supermercado con el formato actual en donde se compraban solo algunos productos básicos. Mi papá no abandonaría el mercado del centro sino hasta muchos años después cuando los dependientes de la Olímpica se convirtieron en sus amigos. Entonces al viejo le tocó cambiar el regateo por obtener la mejor calidad de los productos que sus amigos le guardaban para cuando el anunciaba su visita. 

 

 


 


sábado, 21 de octubre de 2023

Prado es Prado



El fin de semana del puente de la raza tuve la oportunidad de vivir varias experiencias susceptibles todas de alguna nota que sirva para reencontrarme con los amigos del Facebook. 

Ocurrió que durante ese puente participé en el encuentro con los compañeros de la promoción 88 de la Universidad del Norte para celebrar los 35 años de egresados de la facultad de medicina.

Podría escribir notas sobre las risas y las lágrimas producto de cada abrazo, de la nostalgia evocada durante tres días de ensueño. También podría escribir sobre lo gratamente impresionados que se mostraron los compañeros que no viven en Barranquilla, al notar el vuelco que ha dado la ciudad y sus alrededores.

Pero no, voy a escribir sobre un viejo conocido que se negó a sucumbir por culpa de los malos manejos, el narcotráfico y las circunstancias  derivadas de ser un hotel localizado en una ciudad con bajo potencial turístico, mi nota va hoy por el hotel El Prado.

Mis experiencias con el hotel siempre fueron relacionadas con mi concurrencia tanto a sus tradicionales fiestas de carnaval como a los múltiples eventos académicos desarrollados en sus salones. Pero esta vez disfruté del hotel como huésped. La decisión de quedarme en El Prado fue tomada para resolver algunos asuntos de logística de nuestro encuentro y para salir de la rutina familiar.

Aunque he caminado por el hotel durante todos estos años, nunca lo había hecho como huésped. No se si por entrar como tal o por la pausa que dan los años, esta vez mi entrada fue solemne, si se quiere. Caminé despacio por sus pisos forrados en baldosas blancas y negras para aprender de sus casi 100 años de historia. Me detuve a observar el verdor de sus jardines y la elegancia de sus palmeras las que me hicieron comprender la resistencia del hotel a las duras circunstancias vividas en los 90. Es imposible que ese espléndido jardín y área de piscina sucumbieran por el nefasto narcotráfico y los malos manejos politiqueros. 

No solo disfrute de la arquitectura neoclásica del hotel, sus jardines y sus recintos, también disfrutamos del encuentro con un personal amable y profesional capaz de atender huéspedes de la mayor diversidad. 

Mis compañeros y mi familia pasamos tres inolvidables días en un hotel que se esmeró por atendernos de la mejor manera posible y al cual regresaré sin dudas porque como lo dice su eslogan Prado es Prado.

sábado, 22 de julio de 2023

La tienda del barrio


No sé si esto que paso a comentar ocurre en el resto del país y tampoco sé cómo ocurren las cosas en los países vecinos, mucho menos en otras latitudes, pero aquí en Barranquilla todos crecimos cerca a una tienda que suplía las necesidades y urgencias caseras que se presentan en el día a día. 

Usualmente localizada en una esquina, casi siempre administrada por gente del interior del país, santandereanos o paisas, las tiendas de barrio son el negocio familiar más difundido en nuestra ciudad. Por pequeña que pueda parecer la tienda cubre todas las necesidades que una familia pueda tener. Usted llega y pregunta por lo que sea y se lo tienen. El dependiente da una vuelta, mete la mano por aquí o allá y “voila” la astilla de canela que hacía falta, el pliego de papel periódico para la tarea, el Dolex forte para el dolor de cabeza, mejor dicho lo que sea. Pero eso no es lo que más me sorprende de estas tiendas de abarrotes surtidas como almacén de grandes superficies. Lo más sorprendente es que todos se saben los precios de lo que tienen a la venta y lo dicen sin pestañear. Desde un limón para arriba el dependiente suelta el precio sin el mínimo asomo de dudas.

En la tienda hay trabajo para toda la familia pero el que lleva la voz cantante es el que tiene él kilométrico en la oreja. Ese personaje hombre o mujer se sabe todos los precios, saca las cuentas sin calculadora, no necesita de báscula para saber cuantas libras pesa lo que lleva el vecino y trabaja 24/7 sin que se le note.

Ni hablar de los domicilios esos señores le llevan a la puerta de su casa lo que usted pida, no importa el costo. No hay que inscribirse en la pagina web de la tienda, no hay que esperar a que su llamada sea grabada y monitoreada por su seguridad o para mejorar el servicio, tampoco le intentan meter otros artículos, no se llenan encuestas, nada. Solo dos preguntas: qué necesita y a donde le mandan el pedido, la demora perjudica. En la tienda se lo envían rápido y hasta fiado, claro que es necesaria cierta vara alta con el del kilométrico. Ese es el único personaje que puede evadir el refrán que toda tienda de barrio tiene en el vidrio de la vitrina: hoy no fio, mañana si. Para eso es que usan el kilométrico para anotar en el credi-Marlboro. Sistema que a juzgar por la canción La Comprita de la Dimensión Latina no  siempre funciona.

Un saludo en la distancia a los amigos de la tienda del pradito y a los herederos de las señoras de la tienda de las viejitas, sus bolitas de coco y los panes de 20 centavos sirvieron para aplacar mi proverbial apetito adolescente.

 

 

domingo, 2 de julio de 2023

La cantaleta

Un dilecto amigo me recordó que ya pasan mas de dos meses sin publicar una nota en el blog. Tengo la pólvora mojada respondí como para salir del paso, a lo cual él ripostó con tono burlón pero si tema es lo que hay... 

Y si, mi amigo tiene razón, pero juré solemnemente mantener lejos de mis notas algunos temas que pueden parecer cotidianos. Las notas sobre política local, posturas religiosas o chismes de parejas y amoríos no hacen parte de mis crónicas. No sabe uno a quien se lastima, a quien se molesta. En  temas de este calibre nunca se sabe como se interpreta un comentario. 

Te doy un tema insistió mi amigo y colega. Escribe sobre las cantaletas de las esposas, ese no es un tema tan delicado. Había pasado por alto el tema recomendado hasta hace unos días cuando la radio me recordó la canción La Cantaleta de Eduardo Cabas con la orquesta los Rivales. La canción fue un éxito por el año 78. Lo curioso es que la canción no esta dedicada a la esposa sino a su madre. Mientras escuchaba a los Rivales me puse a pensar cual seria el mejor método para limitar la cantaleta. 

Luego de mucho darle vueltas al asunto caí en la cuenta de que para mi, el mejor método para evitar cantaletas es tener una lista de chequeo. Porque en mi caso, la principal causa de las cantaletas son los olvidos. Y para los olvidadizos no hay nada mejor que escribir una lista de chequeo para las diferentes situaciones cotidianas. Por ejemplo la lista de lo que no se debe olvidar al salir de la casa en la mañana: llaves, pastillas, lonchera, fonendo, bata, billetera, celular. 

Otra lista clave es la de revisar los objetos que no se deben olvidar antes de viajar: Pasaporte, cargador del celular, botiquín y billetera. A propósito del tema y gracias a Dios ya no se olvidan los pasajes.

Una lista que puede ahorrar mucho dinero en flores o costosos perfumes que lo saquen del problemita del olvido es la lista de fechas importantes. Fecha de aniversario, de todos los cumpleaños y cualquier situación que la señora considere crítica para la armonía conyugal.

Por ultimo recomiendo tener una lista de chequeo para entrar al cuarto de baño. No se meta a este recinto del hogar sin cerciorarse de que toallas, papel higiénico, cuchillas de afeitar y todo lo que vaya a utilizar en su aseo personal están disponibles y a la mano. De esa manera evitará usted una justificada y molesta cantaleta. Ya en el baño nunca olvidé secar bien el bizcocho después de orinar, si con frecuencia olvida esta recomendación, considere orinar sentado.

 

domingo, 16 de abril de 2023

Desayuno fitness

 

Una alegre convocatoria para celebrar el cumpleaños de una gran amiga terminó en un galimatías gastronómico. Todo empezó como siempre ocurre con las propuestas de lugar, fecha y hora. Estas se dividieron entre aquí, allá y acullá. Finalmente el grupo se decantó por ir a desayunar, los múltiples compromisos de unos y otros y la premura del tiempo favoreció la opción del domingo por la mañana.

No importa pensé, el objetivo es reunirse y aprovechar para degustar uno buenos chicharrones domingueros, no hay dudas……

Sin mencionar mi gusto por los chicharrones, decidí preguntar por el mejor lugar para comer ese domingo. Pensando que alguno de los colegas tuviese una mejor propuesta, un lugar más aquilatado en términos porcinos. Uno no sabe, todos los días inventan vainas, nuevas recetas, preparaciones que tengan la virtud de saber a bueno y que no aumente el peso y por supuesto no se metan con los temidos niveles de colesterol.  Un chicharrón fitness, soñar no cuesta nada.

No habían pasado unos escasos minutos cuando comenzaron a llegar las propuestas de los lugares más recomendados para disfrutar de un buen desayuno dominguero, con amigos y con la mejor carne de cerdo de la comarca... Eso pensaba yo...

El primer mensaje me aterrizó de golpe y porrazo a la nueva y cruda realidad. Lo transcribo tal cual fue enviado. Evito mencionar el nombre del autor por obvias razones. Así decía: Perfecto. Nos reunimos donde quiera la cumplimentada. Hay buenas opciones: Fit Choices, Snack Fit Me, Dulcerna, Crepes, Le Panier, Narcobollo. Lo volví a leer, no lo podía creer y Narcobollo de último. En donde quedaron los mejores chicharrones de Barranquilla, a mi entender, los de “La Tiendecita” Me gustan mas los de sucursal norte en la 93, pero siempre hay otras opciones. Pepe Anca, los preparan muy bien, un poco gourmet pero buenos. Con tiempo se puede tomar la opción de ir a Baranoa. En fin, a pesar del terror al colesterol y la mala prensa contra los marranitos, opciones tenemos. 

No hay que olvidar también que los vaivenes de la economía inducidos por la pandemia causaron la desaparición de algunos iconos de la industria del chicharrón. Qué pasó con El Guásimo? ya no hay “Amigos de la 38” Ni hablar de los famosísimos chicharrones del Negro Adan, personaje de la vieja Barranquilla del que solo darán noticia los mayores de 60. 

Veremos por que tipo de comida se decantan los amigos, mientras tanto espero que la industria chicharronera, golpeada por la azucarera que infundio el temor al colesterol, tarde o temprano se recupere así sea con el advenimiento del chicharrón fitness.

 

sábado, 8 de abril de 2023

Humor difícil

 

Desde siempre se ha dicho que ser humorista es una profesión muy compleja. Sacar una sonrisa o hacer estallar una carcajada en un público es un reto difícil de lograr. A tal punto que las risas pregrabadas en los programas humorísticos no es un invento reciente. Prácticamente desde el inicio de los programas de radio y televisión, se disponía de un ayudante armado con letreros que recordaban al público asistente los momentos de aplaudir o reír.
Siempre fui un admirador del llamado humor blanco. No me gusta el humorismo que se vale de la mofa o la burla o que se apoya en grandilocuentes palabras soeces para producir en el oyente una risa. El buen humor requiere de una gran dosis de ingenio y capacidad actoral para lograr su cometido y en el humor blanco sí que es necesario. 
Desde muy niño tuve preferencia por los programas radiales de comedia. Para mi fue primero la radio y luego el cine, los encargados de mostrarme a los grandes comediantes de los 60 y 70. Los horarios de emisión de estos espectáculos radiales eran inicialmente a las 8:00 am o a la 1:00 pm. Horarios no muy aptos para niños que deben estar en el colegio. Pero yo fui un niño asmático a quien le tocaba con frecuencia quedarse en casa con la compañía siempre grata de la radio.
Tengo presente a muchos humoristas y comediantes escuchados en esos días de crisis asmática. La escuelita de doña Rita, Las aventuras de Montecristo, Los chaparrines, Los tolimenses Emeterio y Felipe y el corcho con don Humberto Martinez Salcedo. Pero el que mas disfruté fue el programa de Hebert Castro, El coloso del Humorismo. El ingenio de este uruguayo lo llevó a vivir en Colombia aproximadamente 30 años. Recuerdo perfectamente un personaje del programa, el pobre Peraloca a quien siempre se le advertían toda clase de cosas que le podían pasar y no hacia caso. 
El cine llegó gracias a la prima Beatriz Plata quien me llevó por primera vez al teatro Colon de Barranquilla, localizado en la esquina de la calle 44(callejón del Sello) con carrera 45(Líbano) a solo un par de cuadras de la casa paterna. Tendría yo entre siete y ocho años cuando entré a ver la película de la cual solo recuerdo sus protagonistas Viruta y Capulina. Este par de comediantes mejicanos hicieron parte de una gran constelación de estrellas del humor manito en donde resalta sin dudas el gran Cantinflas. Creo haber visto todas sus películas cargadas de realidad latinoamericana. El humor blanco de este mejicano no tuvo comparación.
Después del cine llegó la televisión en donde los extranjeros dominaban el campo. La primera comedia que salta a mi memoria es una producción titulada La tremenda corte, protagonizada por un comediante cubano Leopoldo Fernandez Tres Patines,  ese tipo de solo verlo daba risa.
Como olvidar La carabina de Ambrosio y por supuesto a Chespirito y su siempre vigente Chavo del 8. También en español y de mucha calidad humorística recuerdo al chileno Lucho Navarro que con su imitación de ruidos fue todo un éxito. Admiré mucho el humor del recientemente fallecido venezolano Carlos Donoso. En la nómina de Colombia no puede faltar Operación Ja Ja. Este programa daría paso al eterno Sábados felices que no lo veo hace años, pero que todavía continúa como Johny Walker  
Recuerdo varias comedias norteamericanas que de niño siempre me gustaron, pero que cuando las volví a ver ya de adulto, no pude entender cómo me gustaban. Dentro de esas puedo mencionar Los tres chiflados, El gordo y el flaco, Gomer Pyle y la isla de Guilligan.
De un humor no tan blanco, quizás muy inglés como su origen y que considero muy vigente recuerdo el show de Benny Hill.
Este breve recorrido por mi historia del humor en radio, cine y televisión aquí concluye porque mi memoria no da para más. Aprovecho entonces para preguntar a los amigos ¿cuáles son sus humoristas recordados en el difícil genero del humor?

lunes, 20 de marzo de 2023

Juegos callejeros vs juegos electrónicos

 

El respetado profesor Carlos Martínez, propuso escribir una nota sobre aquel momento cuando decidimos entre quedarnos en casa disfrutando de algún recién llegado juguete electrónico (tv de color, telebolito, computadora o lo que sea que llegó en esos días) o salir a encontrarse con los amigos de la cuadra, parche o gallada.

La respuesta es inobjetable, los amigos, la banda, el grupo siempre fue primero. Entre otras cosas porque los juguetes electrónicos de nuestra generación no ofrecían mayor competencia a los juegos callejeros. Debo empezar por anotar que a mi casa llegó el primer televisor en el año 69: Puedo recordar un aparato Phillips de tal vez unas 20 pulgadas de tamaño con imagen en blanco y negro. Hago un paréntesis, ahora entiendo de donde viene la palabra imagen. Debe venir de imaginen por la pobre resolución de aquellos aparatos. En todo caso en ese televisor “vimos” la llegada del hombre a la luna.

Ahora el problema no era el aparato, era la programación. La franja infantil en aquellos tiempos era de 4:00 pm a 6:00 pm con unos programas que para esos tiempos me parecían buenísimos. Los primeros que recuerdo son Ultraman y el agente S-5 ambos de factura japonesa y las aventuras del pato Saturnino producido en Francia. Ultraman era un gigante de ojos como de insecto con superpoderes que utilizaba para defender la tierra de monstruos gigantescos. El agente S-5 y su grupo de amigos se enfrentaban contra su enemigo el fantasma a punta de cartas del as de espadas. No es difícil concluir que era mas divertido salir a la calle con los amigos que ver animes japoneses o patos franceses. El telebolito con sus juegos de rebotar una pelota en el televisor llegó tarde a casa y de segunda mano por tanto no evitó que los deportes callejeros siguieran siendo los mas frecuentados.

Los juegos electrónicos que lograron eclipsar un poco la calle fueron Pac-Man y Space invaders. También de factura japonesa, estos juegos nos convocaban en los salones de juegos electrónicos en donde rápidamente se consumían todos los ahorros de la semana. Menos mal estos juegos eran pagos y los salones tenían horario límite, de manera que no había forma de quedarse todo el día jugando como ocurre ahora con las consolas caseras en donde se juega hasta el hartazgo.

Siempre he pensado que estudiar medicina en mi época fue fácil. No se disponía de las consolas de video, la oferta televisiva de hoy y las redes sociales. Lo bueno es que la gallada tampoco hacia perder tiempo, también estaba estudiando...

PD. Pregunta a mis contemporáneos ¿qué programas recuerdan de la franja infantil de nuestra televisión?

domingo, 22 de enero de 2023

Mas de la gatronomía colegial



 
Nada más desalentador para los dedicados a registrar la nostálgica cotidianidad que no encontrar temas amables para comentar. Afortunadamente gentiles corresponsales asumen las funciones de la musa Clíope. Ellos evocan temas que nos permiten tener material para contar cuando la fuente parece agotarse.  
Agradecimientos entonces para la Dra. Melendez que me recordó algunas de las golosinas que se podían encontrar en las puertas de un colegio. Algodón de dulce, arropillas, panelistas de leche, bolitas de coco y pirulís eran los dulces que con mayor frecuencia se podían encontrar en la puerta de un colegio. 
Comienzo la remembranza con los pegajosos hilos rosados o azules del algodón de azúcar, estos en realidad era más fácil encontrarlos en las ciudades de hierro, junto a unas manzanas rojas caramelizadas. La preparación de este algodón de dulce requiere de una máquina que centrifuga azúcar teñida con colorantes y derretida por calor. Las fibras de azúcar derretida son capturadas girando un palito de madera que luego se empaca en una bolsa plástica transparente. Total, azúcar pura derretida, todo un garrotazo para el metabolismo de los glúcidos, antes no hay mas diabéticos. 
Tan dulces como el algodón de azúcar son las conservitas de leche y otros sabores. Los de marca Celis, santandereanos, eran de rechupete no acierto a decir cuál de todas esas variedades era la más sabrosa. Obviamente en la puerta de los colegios se obtenían conservitas de calidad inferior, todas ellas cubiertas con azúcar pulverizada, que el paladar infantil toleraba sin problemas.
La consistencia cauchosa de la arropilla con su delicioso sabor a panela es otro manjar que todavía se consigue en las calles quilleras envueltas en papeles de colores. La arropilla o melcocha es una preparación de panela derretida en agua con un toque de mantequilla y ralladura de limón. Una vez derretida la panela se amasa hasta obtener el punto de la preparación. En la universidad del Norte eran famosas las arropillas vendidas por Minga.
Azúcar derretida en agua y fuego con saborizantes producen algunos dulces tradicionales. La bolita de coco resulta de mezclar azúcar a punto de caramelo con coco. El pirulí a su vez, resulta de mezclar el mismo caramelo de azúcar con saborizantes de colores vivos. El resultado es un cono largo de colores, usualmente rojo y verde, con un palito en la base del cono como soporte.
A propósito del pirulí y sus vivos colores, jamás podré olvidar la respuesta que Apolinar Theran, el viejo Apo, le dio al profesor de gimnasia, José Deyongh, cuando este último lo reprendía por no tener un uniforme de deportes completamente blanco. Con el repentismo característico de nuestro Caribe, Apolinar respondió al regaño con una frase que desafortunadamente solo entenderán mis condiscípulos del San José: que va si usted parece un pirulí.    

Gastronomía colegial

 

Un entrañable hermano conocedor de mis nostalgias quilleras me hizo llegar una elegante nota escrita por Agustin Garizábalo, un soledeño excelente caza talentos de fútbol y mejor escritor a juzgar por la nota mencionada.

Se refiere Garizábalo en su nota al llamado martillo, una suerte de nuez de quién sabe qué procedencia que era vendida en la puerta de los colegios sin ningún tipo de restricción. Para obtener la nuez se necesitaba una forma de pelar la fruta que requería cierta habilidad. Confieso que no recuerdo el sabor del dichoso martillo.

La lectura me hizo recordar la amplia gama de cosas que se vendían en las zonas de acceso de los colegios por los llamados carretilleros. Lo más vendido eran y son todavía las frutas de temporada, mangos verdes, ciruelas en cualquier condición, mamones, corozos y algunas otras frutas tradicionales que servían para calmar el hambre de los estudiantes. Los carretilleros las vendían cuidadosamente dispuestas en bolsas de papel con el fondo recogido solas o mezcladas con sal, pimienta o limón sin ninguna norma de higiene o de refrigeración. Para calmar la sed también se vendían y todavía se consiguen bolis de todos los sabores, raspao, conos y paletas.
Las ventas a puertas de colegios ofrecían en nuestras época de pantalón corto otras especialidades desaparecidas hoy de la gastronomía colegial. Por aquellos tiempos  hacían parte de la oferta guindas, peritas de las rojas, uvitas de playa y los mencionados martillos. Debo confesar que tampoco tengo en mi memoria el sabor de la guinda o de la uvita de playa. Pero los de las peritas me parece estar comiéndolas. Mi primer contacto con la perita roja fue en la casa de la señora Olga Visbal, vecina del barrio centro, que tenía en su patio un palo, léase árbol, de donde bajábamos y comíamos peritas sin cuartel. Cuando la familia se mudó a la carrera 48, el contacto con esta fruta se mantuvo por las que traían los carretilleros a la puerta del colegio. Con los años tampoco la volví a ver en las calles de la ciudad, de tal forma que ya me había olvidado de esta fruta exótica hasta hoy, que la nota de Garizabalo sobre los martillos me recordaron la gastronomía de la puerta de los colegios.

domingo, 8 de enero de 2023

El tenis


Siempre fui el malo de la cuadra para practicar los deportes. Cuando se escogían los jugadores para un partido callejero de bolaètrapo, jugar fútbol ni soñarlo, el orden era bien claro, los hermanos Echeverri de primeros y Elías de último y de portero. En beisbol tenía garantizadas dos posiciones: la banca y cuando entraba a jugar en las entradas finales el right field era mi destino. La posibilidad de que un batazo llegara por esos lados del campo era escasa lo que generaba tranquilidad al técnico y a mis compañeros de equipo.

Mi estatura, ligeramente superior al promedio, facilitó un poco el baloncesto. La primera cancha de “básquet” del Suri Salcedo la estrenamos los vecinos del parque jugando dos equipos de a tres en media cancha. Los logros no fueron muchos de manera que abandoné el básquet y me quedé con la bicicleta, usada más como vehículo de transporte que como equipo deportivo. 

Mi última experiencia deportiva fue con el tenis. Estaba claro que no daba pie con bola en los deportes de conjunto y necesitaba hacer ejercicio para limitar el avance de los achaques que el envejecimiento trae. Entonces me propuse aprender a jugar el deporte blanco. 

Dos canchas de tenis situadas en el parque Eugenio Macias a unas pocas cuadras de mi casa fueron el punto de partida de mi nueva incursión deportiva. El profesor Coronel asumió el reto de enseñar un deporte a un tipo sin habilidades físicas y apunto de completar el primer chorizo. La tarea no era fácil, el poco tiempo dedicado a las practicas y las ya mencionadas limitaciones para los deportes hacían lento el aprendizaje. De manera que mi debut en las canchas se retrasó un tiempo más. Pocos años después, la visita del amigo Parkinson me hizo entender que debía retornar a las canchas. Por supuesto el reto era mas difícil y Coronel ya no estaba, el encargo necesitaba una persona especial. 

José Muñoz un hombre marcado por una sonrisa eterna y una inagotable capacidad para enseñar buscando alternativas para que sus pupilos aprendieran a jugar al tenis, fue el profesor que logró convencerme a mi mismo que ni el Parkinson, ni los otros achaques que afectaban mi rendimiento deportivo eran una razón suficiente para impedirme pasar la pelota por encima de la red.

Hoy, no sé cuantos años después, con la dolorosa partida de José víctima del COVID 19, sigo en las canchas tratando de pasar la bola por encima de la malla y ponerla en el lugar adecuado para que mi rival no tenga oportunidad de devolverla. Angelica y Gonzalo los hijos de José, con Toño, Mario y Paul continúan tratando de ayudarme a mejorar mis golpes a ver si logramos vencer el aforismo “Lo que natura no da, Salamanca no lo cura”