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domingo, 10 de septiembre de 2017

Lágrimas


Lágrimas, lágrimas y más lágrimas. Suficientes para darle fuerza a los huracanes que se pasean por el Atlántico y el Caribe por estos días y que también producen lágrimas. Esta semana es, creo yo, la semana más lacrimógena de mi vida y seguramente la de muchos compatriotas. Lágrimas de alegría, de emoción, de tristeza, sentimiento puro.
Las lágrimas alegres las produjo ver ese gol de Radamel Falcao García. No por el gol, por lo que significa. Ese gol significó igualarse con la mejor selección de las eliminatorias; significó un punto para estar más cerca de Rusia; significó demostrar que la selección si tenía la capacidad para producir buen fútbol y tal vez lo más importante, significó un premio a la perseverancia, al tesón, al esfuerzo puesto por Falcao en su recuperación para volver al rectángulo con éxito. Mis respetos y mis lágrimas de alegría para Falcao, que profesional. 
Las lágrimas de la emoción vinieron por cuenta de Francisco. Un hombre que se siente y se comporta como los del común, pero que, por esta misma razón, rompe todos los esquemas. Con la dulcera de un abuelo, Francisco le canta la tabla a todo el mundo. Sin palabras exóticas, sin posturas superfluas, hablando desde los sitios que encarnan la pobreza, la humildad, Francisco dijo lo que tenía que decir. Cada palabra calaba en los corazones y por eso las lágrimas. Acompañé con mis lágrimas a toda Colombia. Por televisión vi llorar a mucha gente con lágrimas de emoción, pero también de compromiso, compromiso con las palabras del Papa, con los demás, con la paz. Solo tengo una preocupación, no vi llorar a los verdaderos culpables de todo lo que Francisco mencionó en sus homilías. Ojalá el efecto Francisco sea duradero. 
Las lágrimas de la tristeza vinieron por cuenta de la familia. Se fue el tío Enrique. No deberían salir lágrimas, cuando se va un hombre bueno, honesto, recto y que tiene el cielo garantizado por haber rezado más rosarios que el mismo Francisco. El tío Enrique fue un amante de la buena música, de la radio y sobre todo genial ejecutor del arte de conversar. Vivió por y para su familia, siempre atento, servicial, dispuesto. Se fue a la edad que toca y como toca, sin sufrimiento. Paz en la tumba de Enrique Illera Castilla.
Falcao, Francisco, el tío Enrique tres razones distintas para unas lágrimas sentidas, verdaderas, con afecto.