Translate

domingo, 15 de noviembre de 2020

El sueño

                                            

Despertar antes de que las luces mañaneras atisbaran por mi ventana y detener la activación de la alarma del celular sin cumplir con su destino de levantarme a la hora fijada, fueron los primeros signos que delataron mi envejecimiento. No fueron las canas, ni la prematura calvicie heredada de mi padre las encargadas de mostrarme el camino de la madurez. Curiosamente fue el sueño el encargado de traerme la noticia. Sí, curiosamente debido a que el buen dormir siempre me acompañó en todos los momentos de mi vida. Reposar placido y profundamente fue una cualidad de la que siempre me jacté aun en las peores circunstancias. Alarmas de todos los tipos eran necesarias para vencer el profundo sueño derivado de la costumbre de acostarme tarde.
Dejo en claro, la noticia no me tomó por sorpresa, podría decir que ya estaba preparado; los estudios de fisiología ya me habían advertido de las dificultades padecidas por los adultos mayores con sus horas de sueño. Incluso, puedo asegurar que hasta el momento la situación no solo no me molesta, siento que me agrada. Por ejemplo, me sirve para entender a mi padre, mi primer despertador no electrónico. El viejo fue mi despertador oficial por muchos años, durante mi niñez y juventud admiré su capacidad para levantarse temprano, sin despertador, no sabía que esa “cualidad” también me llegaría con el transcurrir de los años.
Dormir bien y levantarse descansado es, no cabe duda, uno de los placeres más anhelados por los habitantes de este inhóspito y virulento planeta. Ahora, si este placer no lo puedes lograr pon en práctica otras actividades como leer un buen libro, escribir, escuchar un buen concierto, ver una buena película, cualquier cosa que enriquezca el alma y active el cerebro.
En mi caso el verdadero beneficio derivado de las dificultades para dormir es disponer de mas tiempo para ejecutar actividades que requieren mayor concentración. En el trance de preparar una conferencia de alto nivel, el silencio y el pensamiento renovado por el descanso, permiten entender textos de mayor complejidad. Mis musas de la escritura temen a los ruidos producidos por el fragor de la cotidianidad y adoran las silenciosas horas de la madrugada. Ellas me otorgan la abstracción necesaria para terminar esos textos inconclusos a los que todavía les falta un empujón para entregarlos al editor. Ahora, cualquier actividad que haga usted para paliar el insomnio, debe tener en cuenta a su media naranja que dé seguro duerme a su lado profundamente.