No sé si estoy exagerando, pero en este momento,
más que nunca, apelo a la solidaridad de género para que ayude a pasar este
momento difícil en la vida como padre. Hablo al oído de los padres (padres y
madres) que tienen hijos e hijas (en qué momento nos metimos en esto de separar
los géneros) en edad de pedir permiso. Si quieren una respuesta a ¿qué es lo más
difícil de ser padre? les tengo ya la respuesta, dar permisos.
Las familias viven varias etapas en esto de
otorgar permisos que podríamos dividir arbitrariamente así:
Etapa de dominancia parental, en esta los hijos acatan
las ordenes de los padres sin protestar. Esta etapa va desde el nacimiento del
hijo hasta una fecha no exacta (y en esto no hay nada exacto) que puede ser los
siete años. Aprovecho para aclarar, de una vez, que el cumplimiento de las
normas en el hogar requiere de cierta disciplina que debe ser impartida por
abuelos, padres, hijos y ocasionalmente una tía jodida (nunca un tío) y que
todos deben acatar.
Después de los 7 años entramos en la segunda
etapa de los permisos. La aprobación en este periodo es frecuentemente denegada
por los padres y protestada por los hijos, pero las consecuencias de estas
decisiones no son relevantes.
El comienzo de la tercera etapa puede ser
relativamente fácil de ubicar, más o menos desde los 15 años de vida de los
hijos, tiempo en que usualmente termina la segunda etapa. Lo que no se puede
definir, con facilidad, es cuando termina.
Para mi concepto la tercera etapa es la más compleja. En esta, los permisos son
solicitados al padre que con mayor probabilidad otorgue la autorización sin
hacer muchas preguntas. Ejemplos, los que quieran, si un hijo varón quiere ir
solo, para Santa Marta, con una amiga, el permiso lo pedirá al padre, no a la
madre. Si una hija quiere comprar un vestido para una fiesta porque “no tiene
nada que ponerse” eso ni siquiera necesita permiso. La madre autoriza la compra
va con la niña y compran para las dos.
El problema de los permisos a esta edad es que con
frecuencia, los padres no se ponen de acuerdo. En las dos primeras etapas los
padres siempre estarán identificados en que hacer o decir. En la tercera, no.
Esta diferencia de concepto a la hora de otorgar
los permisos es captada por los hijos y usada en su provecho para lograr la
autorización. Frases como: “yo no te pido permiso a ti porque siempre quien
toma la decisión es ........”; o, tú eres el 40% de la decisión, logran que el
padre afectado por el comentario subestimador, otorgue el permiso sin hacer las
consultas necesarias. Claro, cuando el otro miembro de la sociedad conyugal se
entera, se arma la de Troya.
Este tira y afloje va, como les decía, de los 15
años hasta cuando los hijos adquieren su autonomía financiera y comienzan su
propia vida. Cuando esto ocurre inicia la etapa de la concertación, en esta
época de la vida las decisiones se consultan entre unos y otros, pero cada
quien hace lo que le da la gana.
La última etapa de los permisos es la de dominancia
filial. En esta los hijos toman las decisiones y los padres acatan sin
protestar, como en la primera, pero al revés. Así que no molesten tanto a los
hijos con los permisos porque no los llevan a nada en su etapa final de la
vida.