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domingo, 27 de diciembre de 2020

El Colágeno


Comenzamos a envejecer desde el mismo momento en que nacemos. Sin embargo, la percepción de este proceso natural se torna evidente aproximadamente 40 años después de aquella nalgada que dio inicio a nuestra existencia. 
Los signos de envejecimiento son múltiples, tantos como órganos tiene el cuerpo. La presbicia, pérdida de la capacidad para ver de cerca, es un signo inequívoco de la llegada a los 40 años. Desde ese momento y como una reacción en cadena las manifestaciones en cada órgano van llegando paulatinamente. En la piel, el más grande y visible de nuestro cuerpo, se observan las manifestaciones más conocidas. Arrugas, patas de gallo, papada, manchas seniles, canas y calvicie se cuentan entre las más notorias. La presbiacusia(sordera), la pérdida de masa muscular y otros hallazgos fisiológicos nos recuerdan que la llamada tercera edad ha llegado. 
Este proceso natural e inexorable debe tomarse como lo que es, una transición normal de una etapa a otra en la vida. El punto no está en acumular manifestaciones de vejez, esas se presentaran de manera inexorable. El problema está en la imagen que usted proyecta y como su entorno lo percibe.  
De esas percepciones se derivan los que llamaré signos sociales de la vejez. Algunos ejemplos de estos signos son: cuando los servicios de seguridad le permiten evitar la fila en el banco o en el aeropuerto, cuando le ceden la silla en un bus o cuando ven la foto de sus hijos pequeños y le preguntan si son sus nietos. 
Quiero contarles que descubrí un particular signo social de envejecimiento, en estos días de navidades y año nuevo. Este consiste en un cambio en el rol desempeñado por padres e hijos. Los hijos asumen el papel de los padres y los padres se comportan como hijos.
De manera que si usted luce más viejo que su cédula y los hijos lo regañan como a un niño está jodido, póngase las pilas, tome medidas drásticas pero no pierda la compostura. Piense bien las conductas que va a tomar, puede ser peor el remedio que la enfermedad. 
Medidas saludables y con bajo nivel de riesgo son el ejercicio y la dieta. Mantener un buen peso y tono muscular son medidas efectivas para manejar la caída de los años. 
Teñir el cabello puede ser una medida de poco riesgo físico, pero sí de mucho impacto social, sobre todo si usted asume el peligroso acto de escoger el tipo de tinte. Una vez tomada la decisión de usar tinturas para el cabello, busque ayuda femenina, deje ese trabajito a una experta. Las mujeres tienen el gen de pintarse el pelo con una expresión dominante que se activa apenas se ven la primera cana. Todas saben qué hacer, que color de tinte escoger, como aplicarlo, etc. Por eso evite un mal entendido y que sea su señora la que se encargue de la asesoría.
Cuidado extremo debe tener con la aplicación de sustancias cosméticas en la cara. Estos fármacos aplicados por inexpertos, inducen unos cambios que lo harán lucir como el muñeco del humorista venezolano Carlos Donoso.
Otras medidas como cambio en el código de vestuario, visitas a cirujanos plásticos y otras alternativas de mayor inversión deben ser pensadas con cuidado. Finalmente, una medida totalmente inútil en términos de mejorar su aspecto senil es esa de andar con personas mas jóvenes que usted. El llamado colágeno no lo hace ver más joven y en cambio, corre usted el riesgo de ser incluido en el grupo de los llamados “Sugar daddy” o peor aun en los odiosos viejos verdes.

sábado, 19 de diciembre de 2020

Refranero popular

“Al bagazo poco caso”, “a palabras necias oídos sordos” Aplicar estos refranes populares, fue mi estrategia inicial ante las innumerables falsas noticias producidas en medio de la pandemia por el COVID-19. Su publicación en las redes sociales sin ningún recato, sin filtro, sin un mínimo proceso dirigido a corroborar la información me llevaron a desestimarlas aplicando otra máxima del mencionado refranero “no vale la pena gastar pólvora en gallinazo”
Pero, “la ignorancia es atrevida” y debo adicionar al refrán el adjetivo persistente. No paran de publicarse en redes y medios de comunicación toda clase de noticias falsas apoyadas en unos tintes de veracidad que engañan a todo el mundo. Las de mejor factura son las que vienen avaladas por un profesional en la materia o un representante de importantes estructuras gubernamentales o sociales. Su presencia respalda la información y disminuye la probabilidad de que un lego en la materia corrobore la noticia en otras fuentes. Se aplica entonces el refrán “no hay cuña que mas apriete...”
No puedo entender como profesionales en el área de la salud se exponen al riesgo de avalar informaciones falsas. ¿Vale la pena el riesgo de ser desmentido públicamente a cambio de la fama efímera de las redes sociales? Resulta que sí vale, porque la verdadera ciencia, la que tiene el conocimiento, está tan ocupada tratando de resolver los problemas reales que no tiene tiempo de salir a desmentir tanta irresponsable información que se publica. Los minutos de fama por las informaciones falsas son abrumadoramente mayores. Las cifras de replicaciones que se producen tras la publicación de una noticia falsa superan con creces a las verdaderas noticias, la fama no es efímera. Que la aspirina sirve para el tratamiento del COVID-19, que las mascarillas producen enfermedad pulmonar, que los médicos están intubando pacientes para llenar las unidades de cuidado intensivo, que los pacientes deben ser cremados, que las pruebas no se que, en fin, todas las informaciones publicadas en las redes sociales son consideradas verdaderas por absurdas que parezcan. La pandemia no solo trajo la cuarentena y la muerte, también llegó el infocalipsis.

Ante esta caótica situación propongo a los colegas tomar una conducta sencilla, antes de replicar cualquier información aparecida en una red social. Por veraz que parezca la nota, confírmela; tome un tiempo para ver si alguien desmiente o confirma la noticia. Las noticias en salud relevantes aparecen en las páginas de las asociaciones científicas respectivas o en los sitios web de organismos como la organización mundial de la salud, el CDC de Atlanta, la FDA, la EMA, en los portales de las revistas de mayor impacto, por solo citar algunos. Si una noticia en salud no figura en alguna de estas paginas web, seguramente es una información falsa o al menos tendenciosa. No se tome el trabajo de replicarla, ese clic suyo es otro aval para su difusión. Finalmente, denuncie en su comunidad estas informaciones carentes de veracidad, no olviden el otro refrán “el que calla otorga"

domingo, 13 de diciembre de 2020

Las dolencias de la pandemia

Sin lugar a duda esta pandemia y sus consecuencias son un hito que marcará para siempre la historia de la humanidad. No creo exagerar al mencionar que en todos los niveles del conocimiento los efectos del virus se han hecho sentir de alguna manera. Como deben suponer la reumatología también resultó impactada por el virus de marras, la consulta está literalmente desbordada.
Los reumatólogos tenemos amplia experiencia en las manifestaciones reumáticas producidas por las patologías virales. Basta solo recordar que hace unos cinco años Latinoamérica vivía la epidemia producida por el Chicungunya y que el virus del dengue es epidémico en nuestra región. Investigando los efectos articulares del SARS-COV-2 me llamó la atención que no se esperaba tanto compromiso articular con este tipo de infección. Entonces, ¿cómo explicar este desmedido incremento en los síntomas articulares asociados con la pandemia?
La observación y el interrogatorio a mis pacientes me llevó a concluir que el empeoramiento no solamente es causado por el COVID-19. Varias semanas interrogando pacientes me llevaron a la siguiente conclusión: las dolencias no son por exceso de virus, son por falta de asistente.
Así es, las amas de casa decidieron acoger todas las medidas recomendadas por las autoridades sanitarias para cumplir con la cuarentena. En todos los hogares se inicio una lucha sin cuartel contra el virus, se adoptaron medidas que nunca se habían puesto en práctica como por ejemplo lavar el mercado, aplicar sustancias desinfectantes a todo lo que entra a la casa, en fin, el trabajo en los hogares se aumentó sustancialmente; con un agravante las “muchachas” del servicio también fueron despachadas para sus casas como otra medida preventiva.
Las muchachas, mucamas, criadas, doncellas o como ustedes las quieran llamar no estaban para asumir ese trabajo. El llamado servicio doméstico, último rezago de la sociedad esclavista de los siglos pasados, es de tal importancia en nuestra sociedad que alguna vez, a un prestigioso abogado barranquillero, le escuché una frase concluyente, “la estabilidad del matrimonio la produce una buena muchacha de servicio”
He pensado en toda clase de medidas para ayudar a mis pacientes con sus dolores. Está clarísimo que los analgésicos tradicionales, las terapias físicas, dietas, vitaminas y un largo etcétera no son suficientes. La primera medida que se me ocurrió fue disminuir la carga laboral compartiendo el trabajo con los maridos. Esta propuesta fue desechada rápidamente, los maridos son peores pacientes y se quejan más que las señoras. Otra alternativa fue recurrir al servicio a domicilio de los restaurantes. También fue descartada por costosa y en ocasiones insegura.
Se me acaban las opciones, va a tocar pedir ayuda celestial. Voy a rezar un novenario a santa Zita de Lucca, patrona de las muchachas del servicio. Pediré fervorosamente su ayuda para que el tratamiento de las recién llegadas al gremio sea efectivo.