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domingo, 28 de febrero de 2021

Jorge Oñate, réquiem

Cuando se filtró la noticia de las complicaciones de salud padecidas por Jorge Oñate pensé, desprevenido, que este cantante oriundo de la Paz, Cesar, estaba un escalón abajo en relación con los otros juglares vallenatos. 

Hoy cuando su muerte me hace escarbar en el fondo de mi corazón, lugar en donde están los hechos más sentidos de mi vida, encuentro que estaba totalmente equivocado al expresar aquel concepto. Con esta nota quiero resarcir mi ligereza con Oñate y subirlo al escalón del que nunca debí bajarlo.

La primera razón para devolver a su puesto al “ruiseñor del Cesar” la obtengo revisando un casete en donde recopilé los vallenatos de mi mayor gusto. Resulta que en la época del casete, cuando la música se portaba en estos desaparecidos aparaticos, hacer una recopilación de canciones favoritas tenia muchas dificultades logísticas, conseguir los discos, disponer de un buen equipo y del tiempo requerido para grabar, un trabajo pesado. Pues mi selección de “yuquitas” preferidas está encabezada por la interpretación hecha por Oñate del paseo vallenato Ausencia, autoría de Santander Duran Escalona, con el acordeón de Colacho Mendoza. El vozarrón del “Jilguero de America” convirtió esta bella letra en inolvidable. Hoy suscribo esa selección y les cuento cuales son mis tres temas favoritos: Ausencia, Matilde Lina y Luna Sanjuanera.

Otra razón para resarcir el error con este gran juglar del folclor, fue recordar que el primer tema aprendido en música vallenata y que podría cantar sin ayudas es el Cantor de Fonseca del guajiro Carlos Huertas. Este tema fue interpretado hace muchos años por Oñate con gran éxito, a tal punto que en mi casa de ancestros cachacos, poco amigos del vallenato, se escuchaba tanto que lo aprendí de memoria. 

Finamente Jorge Oñate también hizo parte de mi proceso de aprendizaje en las artes del baile. Aprendí a bailar de la mano de dos matronas vecinas de la casa porros sabaneros, muy cadenciosos, pero un poco lentos. Había que aprender a bailar piezas musicales de ritmos rápidos. Oñate hizo presencia en este aspecto de mi desarrollo musical con la vieja Sara, canción interpretada en ritmo de merengue y escrita por Rafael Escalona, que me ayudo con los ritmos rápidos. 

Entonces, Ausencia, El cantor de Fonseca y La vieja Sara con sus respectivos autores hacen parte de mis más caros recuerdos y dejan a Jorge Oñate en el puesto que merece. 

Paz en su tumba.

jueves, 11 de febrero de 2021

La memoria olvidada

Mi hija me observó con una cara que expresaba una mezcla entre incredulidad y asombro. Con un tono de voz producto de esos mismos sentimientos preguntó: ¿No te acuerdas? 

En segundos pasaron por mi cabeza todo los escenarios que ocurren cuando un hijo descubre las debilidades de sus padres. Los almanaques, la vejentud, todo llega, esto no me puede pasar a mí, pensé. 

Rápidamente me propuse embarajar1 la situación, pero ya era demasiado tarde. Mi hija cambió la mirada previa por una indulgente facción que claramente decía: no te preocupes papá, es normal que la memoria falle, no pasa nada. Me dio unas pistas que rápidamente recordé y todo “olvidado” una simple y natural laguna mental. 

Pero no, cuando la memoria empieza a fallar hay que tomar cartas en el asunto. Había que buscar un culpable y posteriormente una solución, si la había.

La culpable fue encontrada sin demoras, la tecnología. Fácil, con el desarrollo tecnológico ya no hay nada que guardar en la memoria. No hay que hacer el ejercicio mental de recordar las cosas. Todo lo que usted tiene que recordar está en el celular, en Google o en Facebook.

Todavía recuerdo el número telefónico 12610, de la prima Cuya Illera, a quien por familiaridad se llamaba con frecuencia. Apuesto lo que quieran a que actualmente no recuerdan más de dos números de teléfono, el propio y el de su pareja, el resto están bien guardados en la memoria del móvil.

Durante muchos años presumí de tener un buen sentido de orientación. En los viajes al extranjero podía conducir y acertar las rutas escogidas. El truco consistía en memorizar puntos en la ruta que luego servían como referencia para regresar. Ahora solo tienes que seguir las órdenes exactas de Waze o Google maps. Ellos se saben las rutas, te llevan y traen sin que tengas que hacer ningún esfuerzo mental para ubicar una via.

Otra habilidad de mi memoria, hoy en crisis, era la capacidad de recordar los nombres de mis pacientes. La verdad no era un gran logro, en cada consulta tenía que escribir sus nombres varias veces en cada formulación. Después de algunas consultas los nombres llegaban a mi memoria sin dificultad. Ahora no hay nada que escribir, los sistemas de historias clínicas llenan todas las formas con solo oprimir un clic.

La única ayuda tecnológica que a la larga agradezco es los recordatorios de cumpleaños que hace Facebook, siempre fui malo para recordar las fechas.

Como ven encontrar culpable para los embates del conocido germano fue fácil, veo difícil en cambio, encontrar la solución a estas fallas de la memoria. Sin embargo, la misma tecnología que no da tregua en su afán por desarrollar programas que facilitan los olvidos, también puede ayudar con aplicaciones que sirvan para estimular el uso de la memoria, buscaré algunas y les cuento si sirven, antes de que lo olvide...

1. Embarajar: Costeñismo. Querer corregir algo después de cometer una embarrada.