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domingo, 30 de agosto de 2015

Nuevas generaciones


Las características que identifican y permiten diferenciar las generaciones han sido motivo de múltiples estudios y observaciones. El comediante Andres Lopez se hizo famoso gracias a la Pelota de Letras, stand up comedy en donde describe características de generaciones colombianas hasta los años ochenta. 
Traigo a cuento el trabajo de Lopez para motivar la búsqueda junto con los lectores de algunas particularidades que puedan identificar a las generaciones actuales. Tengo la ventaja de tener hijos transitando la época adolescente lo que facilita la observación del comportamiento social y permite detectar de primera mano los giros idiomáticos que no fueron usados por las generaciones previas. Aunque seguramente tienen ejemplos rompo el hielo con tres y ustedes me ayudan con otros. 
El uso del adjetivo "literal" me llama la atención. Empezamos por anotar que la Real Academia de la lengua Española acepta cinco acepciones para el adjetivo literal, la primera: conforme a la letra del texto, o al sentido exacto y propio, y no lato ni figurado, de las palabras empleadas en él. Ninguna de las otras cuatro acepciones contemplan el concepto de veracidad. El giro utilizado por los jóvenes de hoy se aleja del significado inicial de la palabra y la convierte en un sinónimo de veracidad, de algo genuino e incontrovertible. Aquel que utiliza el término literal lo hace para imprimir un carácter superlativo, de autenticidad. Una frase que podría ejemplificar su uso es: "hey, literal la vieja se volvió loca”
La forma de expresar el saludo puede ser un buen indicador de la generación a la cual se pertenece. Los muchachos de hoy se saludan entre si utilizando el apócope "Pa" algo así como: "hola Pa" lo que implica que los jóvenes de hoy no son hijos de "Papi" sino amigos de "Pa". El cambio en las expresiones de saludo en las diferentes generaciones vigentes podríamos situarlo desde el saludo tradicional que utiliza el "Don o Doña" pasando por el saludo afectuoso con palabras vulgares "hola huevón" o sin sentido real "Q'hubo loco" hasta el muy maricón"hola nene" que se escucha también por estas fechas.
En Barranquilla la palabra culo tiene acepciones diferentes al conocido y algunas veces bello conjunto de las estructuras posteriores de la pelvis. En el diccionario de barranquillerismos la primera es una expresión enfática, que denota algo grande, enorme, muy bueno, estupendo: “culo de carro bonito”. La segunda se refiere a falta dé o ausencia "no tener un culo" no tiene nada. Tal vez por el vergonzante parroquialismo colombiano la palabra culo es mencionada con temor a diferencia de los españoles que la usan sin tapujos. Nuestras nuevas generaciones contagiados de ese temor disimulan la palabra cambiando la última letra por la e, "cule" que se utiliza con las mismas acepciones. La expresión más conocida "cule'pava" indica una situación de gran aburrimiento.
Los invito pues a estar atentos en las expresiones de las nuevas generaciones para ver si sacamos una segunda pelota de letras.







sábado, 22 de agosto de 2015

Recuerdos futboleros (2)


¿Cuál será la mayor prueba de amor que una mujer pueda ofrecer a un hombre? A la respuesta tradicional se le pueden adicionar alternativas también válidas. En mi caso y tratándose de la persona de quién viene, la respuesta es una sola, viajar a Barranquilla y acompañarme al estadio a ver fútbol.
A Martha Claudia no le gustan las multitudes, el calor le sienta mal y lo más importante poco le gusta el fútbol. Sin embargo y contra todos los pronósticos, aceptó acompañarme al juego de eliminatorias para USA 94 Colombia vs Argentina en el metropolitano de la Arenosa.
Corría el mes de agosto de 1993, mi calurosa Barranquilla recibió a la media noche el vuelo de bajo costo procedente de Bogotá. Venía con las características que identificaban a esa empresa por aquella época, lleno y retrasado.
El taxi tomado en el aeropuerto rompió el récord de infracciones que se pueden cometer en treinta minutos contra el código de tránsito. Llevó sobrecupo, se pasó todos los semáforos en rojo, utilizó vías exclusivas de buses, rompió los límites de velocidad y cobró más de lo estipulado.
A la media noche aún se sentía el impacto de las altas temperaturas, mientras la nevera sudaba, los ruidosos abanicos enviaban ráfagas de aire caliente tratando de aliviar el clima para la cachaca recién llegada. Sin embargo y pese a los preliminares ambientales mencionados la fiesta estaba cantada y comenzaba bien temprano. Ese día el clima de Barranquilla parecía animado por la famosa canción de los hermanos Lebron. La temperatura subiendo y la expectativa nos sacaron de la cama temprano. A las diez de la mañana seis horas antes del inicio del partido ya estábamos en el estadio.
A las once de la mañana el ambiente festivo aumentaba como la espuma de la cerveza, o más bien empujado por el consumo de las rubias no muy frías. Era la primera experiencia de Maruja en un partido de eliminatorias. Se notaba prevenida, cualquier cosa podía pasar.
La cerveza, gaseosas, aguas de todas características tomadas profusamente eran incapaces de controlar la temperatura. La fama climática de la arenosa se cumplía literalmente con todo el rigor. Maruja estaba advertida de lo que pasaría con el aumento de la temperatura. La guerra de agua no se hizo esperar, el primer contacto del agua fría con la piel caliente fue desagradable pero al mismo tiempo reconfortante.
A la una de la tarde, ni el sol ni el ánimo de los asistentes decaía. El estadio con el cupo completo se dejaba llevar por la música de Joe. Para regocijo de todos, la guerra de agua se libraba en todos los frentes del estadio. Maruja totalmente ambientada, participaba activamente del combate acuífero. La caja con los restos óseos de un pollo asado víctima del hambre volaba por los aires del Metro. La música, la guerra de agua y las ocurrencias de los asistentes facilitaron el paso del tiempo, los equipos ya formaban en la cancha.
Cantamos el himno a todo pulmón, la espera terminaba, Martha no se cambiaba por nadie, Argentina y Colombia ya jugaban en el Metro. El resto es historia, los goles de Valencia y Valenciano los gritamos con el alma. La victoria fue sin reproches, alegria total. Solo un hecho empañaba la felicidad, al día siguiente Maruja y yo regresábamos a Bogotá.

lunes, 17 de agosto de 2015

Internista por un día

Comenzar a ejercer la medicina en un ambiente lejano en donde puedas tomar tus propias decisiones sin la influencia de un superior es a mí parecer, la mejor forma de saber de qué estamos hechos. No sé cómo será en otras profesiones, debe ser igual, llega el momento en que las decisiones hay que tomarlas solo, sin disponer del oportuno consejo del profesor. Es el momento clave en donde se pone a prueba el proceso de formación. No sobra decir que cuando este proceso es defectuoso, esta inigualable experiencia puede ser muy peligrosa, tanto para los pacientes como para el médico.
Para la mayoría de los médicos esta experiencia se vive durante el año de servicio social obligatorio o rural como se le conoce.
En mi caso la experiencia de tomar decisiones a solas con un paciente comenzó cuando cursaba el décimo semestre de medicina en la rotación de anestesia. Nuestro docente debía asistir a una brigada de salud en el sur de La Guajira como parte de un equipo de especialistas designado para atender una población cercana a la mina del Cerrejón. Fue así como al equipo de cirujano, anestesiólogo, internista, ginecólogo y pediatra se sumaron los dos rotantes de anestesia, Jorge y yo.
Llegamos a La Guajira en medio de un sol abrasador, nos alojaron en el mejor hotel de la zona que por cierto estaba recién inaugurado. La brigada-paseo pintaba bien, nos llevaron a conocer el complejo carbonífero del Cerrejón y sus alrededores, la proximidad de la mina y el boom del carbón traían prosperidad a la zona.
Sin embargo, para Jorge y para mí el paseo se convertiría rápidamente y sin sospecharlo en nuestra primera experiencia como médicos solos. Resulta que el internista y el pediatra no llegaron a la brigada. Largas colas de niños y personas de la tercera edad esperaban la llegada de los especialistas, devolver a toda esa gente era un problema mayor. Alguien del equipo debía atender a esas personas, las cirugías programadas exigían la presencia de los demás miembros, solo quedábamos los rotantes. Jorge fue ascendido al cargo de pediatra y yo al de internista, en mí caso la vida empezaba a marcar el futuro. Con la consigna de que ante alguna dificultad los otros médicos nos apoyarían, empezamos la consulta armados con un fonendoscopio, un Kilométrico y el manual de terapéutica. No sé cuántas horas después de nuestro súbito ascenso a la dignidad de especialistas terminamos de atender la gran fila de pacientes, lo cierto es que fuimos los últimos en salir del centro de salud ya bien entrada la noche. Para fortuna nuestra la gran mayoría de las consultas fueron de atención primaria lo que nos permitió salir adelante con el encargo. El cansancio y la presión de la responsabilidad impuesta nos llevó a terminar la jornada medio muertos pero al mismo tiempo felices de haber sido por primera vez "especialistas"



La fiesta de blanco


Alguna vez escuche una frase atribuida a Hernando Santos, el eterno director del diario El Tiempo en relación a tener miedo de la gente con ideas. No podía tener más razón el ilustre periodista, a veces se nos ocurren unas cosas que derivan en una especie de disparate colectivo que puede afectar a grupos insospechados. 
Hace unos días me invitaron a disfrutar una fiesta de blanco, recordé la frase de Don Hernando y le dije a mi esposa que no me gustaba la idea de las fiestas de blanco. Un bautizo, una primera comunión y hasta un matrimonio aguantan esta circunstancia, pero las fiestas con orquesta, comida, hora loca y licor no son para el blanco, a no ser que se trate del aguardiente Blanco del Valle.

Los problemas iniciales son económicos siempre hay que comprar alguna prenda blanca de la cual no se dispone. Salga y compre camisa, medias, interiores o zapatos que no se tienen, que tampoco se usan regularmente, pero que por cuenta de la dichosa idea hay que comprarlos. Ni hablar si la compra va por los lados de la contraparte, léase la señora o las hijas, el problema económico se hace de mayor envergadura. Es bien sabido que no solo es la ropa, son los accesorios, los zapatos, el chal y todo lo que se les ocurra. Con el agravante que con toda seguridad para la próxima fiesta de blanco no estarán disponibles.
Los problemas no terminan en lo económico, de hecho es el mal menor. La muy elegante indumentaria blanca no aguanta la sudada, el vino o la sopa en la camisa, la salsa en los encajes, unos minutos después de iniciada la tan soñada fiesta blanca se ha convertido en un relajo arco iris. Ni hablar del rebelde o el despistado que no sé enteró del color de la fiesta y llega con riguroso traje negro. Este despistado usualmente no tiene problemas porqué se disimula entre los meceros.
Los problemas de las fiestas de blanco no terminan con la fiesta, se extienden hasta el día siguiente cuando la señora recoge la ropa y detalla las huellas del desorden dejadas en las prendas. Una marca de lápiz labial en el cuello de la camisa se puede convertir en una inolvidable referencia. Al tomar la ducha, luego de superar el guayabo, aparece la última consecuencia de comida y licor en exceso sobre la íntima ropa blanca, entonces le toca a usted mismo lavarla en la privacidad de su baño. ¿Para qué fiestas de blanco?
Sin embargo fui a la fiesta, de blanco por supuesto. Tocó comprar una camisilla, nada más o por lo menos eso me hizo creer mi señora. El muy elegante club, la correcta disposición de las cosas, el excelente menú, la moderación en el licor, la buena atención y el delicioso clima no permitió que la ropa se mancillara. Disfrutamos de una fiesta inigualable, regresamos a casa igual de impecables, ni la íntima ropa blanca tuvo consecuencias.
Esta vez don Hernando y yo aceptamos la equivocación, no hay que tener miedo de las buenas ideas.

viernes, 7 de agosto de 2015

El Machete

El reinicio de las actividades en la universidad me recuerda un tema que por lo espinoso había tratado de evitar.  Este año, libre de responsabilidades administrativas, quiero compartir algunas ideas sobre el hábito de copiar en los exámenes. Para no ser tildado del "cura olvidadizo" reconozco que copiarse en los exámenes me produce sentimientos encontrados pues recuerdo mis años de estudio tanto en el colegio como en la universidad. Capitán inamovible del equipo de los cagaos, siempre me produjo zozobra las circunstancias que se suscitan alrededor del acto de copiarse. Sin embargo, faltaría a la verdad si niego que más de una vez sople varias respuestas a compañeros en apuros. Este acto hoy reprochable, en aquella época suscitaba un momento de estrés que implicaba cierto placer. En cambio hoy, conocedor de las implicaciones que tiene el acto de copiar sobre tantas ejecutorias de la vida, solo puedo hacer un acto de contrición y tratar de aportar en este aspecto de la formación para buscar una sociedad mejor. 
El fraude en las evaluaciones no es exclusivo de nuestra tierra. En todo el continente americano hay denominaciones distintas para el mismo tipo de copia. El término "machete" usado en la costa atlántica colombiana tiene sus congéneres en el resto de América. Para los mejicanos un acordeón sirve para interpretar música del Norte y para copiarse en los exámenes. En el Perú los comprimidos ayudan a mejorar las enfermedades y los resultados de las evaluaciones. El machete Colombiano también se usa en Argentina y cuando se cruza el río de La Plata al Uruguay se conoce como trencito. En la madre patria una chuleta se prepara para pasar un examen y no para comerla en un restaurante. 
La copia no es exclusiva del hispano parlante, basta hacer un sondeo en Google y rápidamente encontraremos todo tipo de referencias en todos los idiomas sobre el fraude en los exámenes. 
Las técnicas de copiado se han desarrollado a tal nivel que se puede hacer un postgrado, se imaginan las materias, Machete 1 y 2, técnicas de copiado electrónico, el celular en la copia, como distraer al profesor, ventriloquia, las posibilidades son infinitas.
Partiendo de alguna referencia donde se plantea la inutilidad de preocuparse por la copia pues siempre ha existido. Propongo convertir el hábito de copiar en una estrategia para mejorar el proceso de enseñanza y la calidad de las evaluaciones usando la técnica del gran "machete”. En esta los estudiantes llegan al examen con los libros que recogen el conocimiento objeto de evaluación. Se plantean preguntas con respuestas argumentativas que se responden con la ayuda del libro haciendo un análisis de los datos. Para los casos en donde el conocimiento memorístico deba ser evaluado sin la interferencia de la molesta copia los exámenes orales son la opción para evitar este hábito. El problema para implementar estas evaluaciones es que no se sabe para quién son más exigentes si para los estudiantes o para los docentes.