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domingo, 27 de mayo de 2018

El establecimiento

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El establecimiento
Luego de varias semanas de debate electoral llego a la misma conclusión intuida en los albores de la contienda, tenemos buenos candidatos. Incluyendo a la exfiscal Vivían Morales que poco figura en las encuestas, y sin considerar a los que están por debajo del 1% en la intención de voto, los colombianos tenemos seis candidatos con las condiciones necesarias para ser presidente.
Este hecho que puede parecer muy afortunado es, para mí, el gran problema en el que está metido nuestro país. Si bien las encuestas traen resultados a favor y en contra de unos y de otros, lo que al final va a pasar, producto de la pluralidad vista hasta ahora, es que el ganador va a tener al “Establecimiento” en su contra.
El establishment o establecimiento, eufemismo muy gringo pero excelente, para llamar a cierta clase dirigente de los países que llevan en la sombra los hilos del poder, no debe estar muy contento con los resultados de las encuestas.
Duque, ganador hasta ahora de las encuestas, representa a un sector del establecimiento, pero tiene en su contra a medio país que no quiere ver a Uribe nuevamente metido en la casa de Nariño.
Petro, sí que la tiene dura. Sus votos están en los jóvenes y en los estratos bajos, muy importantes en el caudal electoral, pero de establecimiento nada. Petro, con todo el establecimiento en contra, le será imposible gobernar. De ganar este candidato, Colombia perderá cuatro años de su historia.
Fajardo, tampoco tiene establecimiento, si hace bien las cosas lo pueden apoyar, pero está corto de votos. Para colmo de sus males, su fórmula vicepresidencial es lo más anti-establecimiento que puede haber, situación que lo mete en problemas. Sin establecimiento y sin muchos votos, probablemente no le alcance para segunda vuelta.
Vargas, al igual que Duque, tiene la otra mitad del inefable establecimiento, pero por su conocido talante se puede decir que lo mastican, pero no lo pasan. Si logra poner a marchar la maquinaria puede funcionar, pero por ahora está de cuarto en la intención de voto y lejos de la segunda.
El pobre De la Calle ya no tiene ni establecimiento ni votos. Lástima, es el mejor candidato gramo por gramo, como dirían en el boxeo, pero la vorágine de la paz y los malos movimientos del gobierno Santos, lo dejaron en los rines.
Total, aunque hay buenos candidatos en todas las tendencias y con los pergaminos para ser presidente de este país, el establecimiento no tiene un candidato con el que se sienta conforme y por tanto no va a dejar desarrollar un gobierno en paz.
Que vaina...

domingo, 6 de mayo de 2018

La interjección Ajá


La interjección ajá
Hace algunos años una prestigiosa profesora universitaria y traductora, de origen franco árabe, estaba en problemas con un texto que debía llevar al francés. La dificultad consistía en que no encontraba como traducir la frase “santo cachón” en su contexto original. Una llamada al único costeño disponible en la zona, yo, fue necesaria para salir del atolladero. Durante treinta minutos trate de explicar las diferentes acepciones que un costeño puede entender de la frase. Sinceramente, todavía hoy creo no fui lo suficientemente claro con la profesora. Espero que la traducción de aquella canción vallenata de los 90 conserve el mensaje que el autor pretendía.
El comentario va a que para entender bien un dialecto hay que vivir en la zona en donde se habla. Se imaginan ustedes a esta respetable profesora tratando de traducir de manera correcta un “ajá” La parte fácil de la traducción la trae el diccionario. Aja se clasifica como una interjección que demuestra aprobación, asombro o sorpresa, hasta aquí, todo en orden.
El problema es que los habitantes del Caribe utilizan la mencionada interjección para resumir, en una palabra, innumerables situaciones del diario vivir. Ajá se torna en una grandilocuente palabreja con significados diferentes dependiendo en buena medida del tono de voz utilizado y de manifestaciones no verbales como manotear, levantar una ceja, sonreír y otras más. El “tonito” y las manifestaciones mencionadas acompañan el pronunciamiento de esta corta pero útil palabrita otorgando el sentido a las cosas. 
Para los habitantes de la región Caribe, entonces, ajá es una palabra de múltiples significados. Se utiliza como expresión de sorpresa, de apremio, de malicia, de asentimiento, de fastidio, de aceptación, de resignación, de ponerse de acuerdo, de cierre de una frase, como complemento a algo que no se sabe expresar, de cuestionamiento. Todo dependerá de la situación y de las expresiones no verbales que acompañen su uso.
Puede decirse, sin temor a equivocarse, que el Ajá supera en “acepciones” al más global “carajo” a la muy garciamarquiana “mierda” y a la también autóctona “Eche”
Es tal la cantidad de acepciones que se pueden derivar del uso del ajá, que no me imagino a un traductor de origen extranjero tratando de entender y traducir del costeño a cualquier otro idioma la respuesta de un caribeño cuando dice, “porque ajá”