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domingo, 22 de abril de 2018

Etapas de vida


Desde hace algunos días he caído en la cuenta de que el inexorable paso del tiempo me trajo el envejecimiento. Cuando niños anhelamos que el inefable tiempo avance rápido, para abandonar la edad de los permisos. Los de cuatro quieren tener ocho para obtener la licencia de subir a los juegos más extremos, los de ocho quieren tener doce para poder ir a películas de los de quince y los de quince quieren tener 18 para entrar a los bares. Los primeros y escasos años de la juventud se nos van en querer llegar a ser adultos.
Llegamos a la edad adulta, la etapa más larga de la vida, terminando de estructurar una carrera y empezando a organizar una familia. Los dos productos por los que seremos llamados a calificar servicios al final de los días. La importancia de esos productos, familia y carrera, requieren de todo el tiempo posible. Hacer un prestigio en la profesión escogida, cualquiera que ella sea, requiere de tiempo y sacrificio. Ese prestigio bien ganado, también con el tiempo, permitirá, quizás, organizar y criar bien a una familia que ocupará todo el tiempo restante. Es en ese momento en el que té debates entre cuidar y ver crecer a la familia y mantener un buen prestigio profesional cuando te ves en el espejo y oh sorpresa, ves a tu papá. ¿Hola viejo, cuando llegaste?
No, no es el viejo Cami, soy yo.
A qué horas me salieron esas canas, a qué hora me salieron esas arrugas. El inexorable paso del tiempo me trajo el envejecimiento. La etapa más larga de la vida se fue como agua entre las manos.
Allá, en la intimidad del baño, viendo a mi papá en el espejo, ¿me pregunté en qué momento pasó todo ese tiempo? El problema es que a esa pregunta para la cual tengo una clara respuesta, me surgió otra. ¿Cuánto tiempo me queda?
Cuando joven se gasta y quizás se pierde tiempo. Ahora, no tengo tiempo para gastar, ahora tengo poco para invertir.
Los cincuenta es la edad del darse cuenta, la juventud se acaba y la vejez llega, en ¿qué invertir el tiempo?
Lejos de acongojarme por la evidencia, lo que me siento es feliz. Primero, mis dos productos, familia y carrera, aunque no totalmente terminados ya se pueden presentar.
Segundo, tengo tantas cosas divertidas para hacer, en este tiempo, que no voy a poder darme cuenta, otra vez, que llegué a viejo.


jueves, 12 de abril de 2018

Sorpresas de un turno

La populosa capital vivía una noche como cualquiera otra, lluvia pertinaz, frío y caos vehicular. Por aquellos días, trabajaba en un centro médico localizado en los límites de la Bogotá desarrollada y la Bogotá agreste. El centro se nutría de pacientes estrato dos a tres que no recibían una buena atención en el sistema y que lograban ganar algún dinero extra para costear una consulta de medicina general particular. Esa noche, Martha me llevó al “Chuzo” o puya sapos como llaman, peyorativamente, a estos centros en los estratos altos de la medicina capitalina.
La noche pintaba bien, tres consultas en espera, 50% para el médico de turno, 50% para el dueño. La enfermera de turno era una veterana con experiencia y varias virtudes, entre ellas una importante, preparaba una changua de buena factura. Hoy al recordarla me pregunto, ¿Qué será de su vida? Me caía bien.
Al llegar noté una pareja sentada al lado de mi consultorio, la joven se notaba adolorida y el parejo compungido por verla sufrir. Los hice pasar rápido.
¿Qué tienes? En ¿qué te puedo ayudar? - Mis preguntas de rigor.
Casi que entre dientes y con un marcado acento campesino de la zona boyacense respondió que tenía cólicos, la respuesta se acompañó de unas lágrimas y un sollozo que produjeron mayor atribulación del acompañante. Las respuestas a mis preguntas no permitían discernir la causa del dolor. La timidez propia de su cultura y el dolor limitaban el análisis que se podía derivar de sus muy parcas respuestas.
Desde muy temprano, en mi carrera como médico, aprendí que si al ponerme en pie para examinar a un paciente no sabía cuál era su problema, tampoco lo sabría al examinarlo. Sin embargo, me levanté de la silla, el interrogatorio no conducía a nada y el acompañante me pedía con su actitud que hiciera algo.
Una vez acostada en la incómoda camilla, un prominente abdomen se descubrió sin aviso.
La pregunta no se hizo esperar:
¿Está embarazada?
No, respondió tímidamente
Durante el interrogatorio no informó con certeza la fecha de la última regla. Ese abdomen parecía de un embarazo de término. No había nada más que hacer, un tacto vaginal debía ser incluido dentro de la evaluación. Le pedí a la enfermera que trajera guantes, que me acompañara a la evaluación y le pedí al acompañante que saliera a la sala de espera.
La palpación del abdomen era consistente con un útero en estado de gravidez avanzado. Me puse los guantes y oh sorpresa.
Nada más entreabrir los labios mayores y el fino cabello de un bebé emergía. La señora estaba en la fase del parto conocida como expulsivo activo. No había tiempo de nada. Ese niño nacería en cualquier momento.
Me quité los guantes y salí a la sala de espera. El acompañante me miró con la misma cara de angustia que tenía desde la llegada.
Vas a ser papá, dije con tono conciliador.
Un silencio tan frío como el de la capital se produjo al instante. La noticia cambió la cara de angustia por una de perplejidad que no recuerdo haber visto más nunca en mi vida.
Con voz trémula respondió:
“Solo la conocí hace cuatro meses”



Mi voto por.......



Voy a votar por.......
En un país de abstencionistas, hoy es pregunta obligada en toda reunión, por quien se va a votar.
Para fortuna nuestra y haciendo honor a la verdad, se debe dejar claro que el grupo de candidatos a la presidencia puede catalogarse como bueno, todos con sus bemoles, pero en general buenos aspirantes.
Convencido de la importancia de votar a conciencia y de no votar por aquel favorecido en las encuestas, decidí plantear algunas características, importantes en mi concepto, que debe cumplir el candidato de mi elección.
En primer lugar y por encima de todas las otras cualidades, tiene que ser honesto. Debe tener experiencia en el manejo de la gran política; debe ser amigo del proceso de paz; no quiero que sea busca bullas y que ojalá esté por fuera de la maquinaria. Como soy de pensamiento centro izquierda, me gustaría que se moviera en esa zona del pensamiento político. Nada mas, no muy compleja la exigencia, veamos cómo están los candidatos con relación a mis gustos políticos.
Voy a partir de la base de que todos los contendientes son honestos, pues no se les ha demostrado ninguna irregularidad, sin embargo debo anotar que soy muy amigo de los botones, por el refrán que dice: “para la muestra un botón”. Y en este campo de la honestidad hay botoncitos por ahí. Movimientos "Non Sanctos" de allegados al Dr. Petro durante su alcaldía en Bogotá; las indelicadezas con la información en su hoja de vida del Dr. Duque y la muy conocida mermelada del Dr. Vargas me hacen dudar, en este rubro, de esos candidatos.
El manejo de la gran política solo lo tienen bien aprendido los candidatos Vargas y De la Calle, ambos expresidentes y con años de carrera. Los demás tienen experiencia pero por una u otra razón, en este aspecto, les falta.
Amigos del proceso de paz declarados, Petro, Fajardo y De la Calle. Vargas de dientes para afuera y de Duque no se sabe. El punto del proceso de paz, aunque muy importante, no requiere mucho análisis.
El rey de la maquinaria ni hablar, Vargas, pero Duque tiene lo suyo y está muy claro que los demás, no la tienen. Me dirán que De la Calle, candidato del partido Liberal también lo acompañan las "Catapilas", puede ser, pero a mi juicio las maquinarias  del partido Liberal trabajarán con el ganador de las encuestas, no con su candidato.
Está muy claro que De la Calle y Fajardo se enmarcan dentro del pensamiento de centro izquierda, mientras que la izquierda con la representación de Petro, un exguerrillero con maneras de "Dandy" no la acabo de entender. Por los lados de la derecha, al candidato Duque lo acompañan algunas facciones de derecha con peligrosas ideas en los campos de libertades ya ganadas, que son inimaginables, de manera que en este aspecto no voy con su propuesta. Vargas no es ni lo uno ni lo otro, su pensamiento es hagamos política como sea. De manera que en pensamiento me quedo con Fajardo o De la Calle.
En conclusión mi análisis me llevaba a dos candidatos: Fajardo o De la Calle.
En ese momento me acordé de una característica olvidada en el análisis anterior, que no fuera busca bullas!!!
Y mi voto es..........secreto