Mí
papá, hombre del común, sin altos niveles de educación, pero graduado con
honores en la universidad de la vida, hace muchos años resumió en una frase los
intereses de los actores del conflicto, causantes del luto que hoy vive nuestro
país. Por allá a principios de los años 70, en un momento de crisis nacional
similar al observado por estos días, mi papá pronunció su sentencia: Si se
echan al peso no ladean. Recuerdo perfectamente el lenguaje no verbal expresado
por el viejo Camilo en simultaneidad con la mencionada frase, denotaba
impotencia, desazón, sin salida. No entendí el sentido de la frase ni tampoco
la sensación de incapacidad expresadas por mi padre en esos momentos. A mi
corta edad nunca había usado una pesa de tipo balanza y mucho menos tenía la
capacidad de entender los conceptos políticos que animan a izquierdas y
derechas, los intereses de liberales o conservadores, los vicios de la
democracia participativa eran totalmente desconocidos para ese niño que apenas
se asomaba a los conflictos nacionales.
Hoy,
ya casi tan viejo como mi padre y luego de ver tres días de marchas pacíficas y
de vandalismo; tres días de pronunciamientos de los unos y de los otros; tres
días de discrepancias entre santistas, uribistas y petristas; tres días en
donde los intereses de la izquierda no difieren de los de la derecha, días en
donde la veracidad de las noticias está en entredicho y las redes sociales se sienten
manipuladas; tres días de cacerolazos pacíficos y bien intencionados pero también
tres días de encapuchados animados por intereses oscuros. En fin, días en donde
los intereses particulares están por encima de los intereses de la patria, evoqué
aquella noche cuando escuché a mi padre mencionar su sentencia.
Esta
claro, clarísimo, ahora entiendo perfectamente el sentido de la frase de don
Cami y también entiendo la expresión negativa en su rostro. Tenías razón mi viejo,
los representantes de la democracia participativa “si se echan a la pesa no
ladean”