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domingo, 31 de marzo de 2019

Mi cómic favorito


La provocativa invitación de mi amigo Luis Fernando Pinto Peñaranda a escribir nuestro “top ten” de tiras cómicas o dibujos animados infantiles desató tal revolución de recuerdos que decidí escribir esta nota para acompañar y justificar algunos de los elegidos en esta nostálgica lista.
La principal dificultad encontrada durante la confección de esta lista fue elegir los dibujos animados o tiras cómicas que ocuparían los lugares del segundo para abajo. El agente S5 con sus poderosas cartas que daban de baja a los esbirros de su archirrival el Fantasma, lo metí en mi lista tal vez por ser mi mas primitivo recuerdo. El pato Lukas con sus ocurrencias y risibles salidas en falso también luchó por un puesto en mi lista. De mi mayor predilección siempre fueron los enigmáticos héroes de tira cómica como el Fantasma (El espíritu que camina), Mandrake el mago o Kaliman, estos también hacen parte de mis diez mejores. En la franja de superhéroes no puede faltar la liga de la justicia y el enigmático Centella. Los latinoamericanos Condorito, Memin y también clasificaron para esta lista. Debo decir que la silenciosa Pantera Rosa y sus ocurrencias estuvo muy cerca de ocupar el sitial de honor de esta caprichosa lista.
Durante este nostálgico y divertido proceso también supe las series animadas que no harían nunca parte de mis favoritas. Ese lugar lo ocupa sin remordimientos El Correcaminos. Todavía no puedo aceptar que el inteligente y perseverante Coyote fuera víctima de la mala calidad de los productos ACME o de las trampas del dibujante. A este grupo de personajes, que no pierden una, pertenecen también el conejo Bugs Bunny y Loquillo razón por la cual están fuera de este ranking. Este comentario da pie para introducir a mi dibujo animado favorito. Este personaje, un bromista empedernido, hace parte de un dibujo animado de la Warner. Aquí no había ganadores ni vencidos, las maldades se las hacían entre los personajes haciendo uso de los más diversos recursos. El gallo Claudio, Quique Gavilán y Perro ganaban o perdían gracias a sus habilidades para tender una trampa a su rival. No había influencias y sí una alta dosis de humor. Mi personaje favorito es pues el Gallo Claudio con quien me reí y aprendí que un buen bromista sabe hacer bromas y también aguantarlas.  

sábado, 2 de marzo de 2019

Sábado de carnaval


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Al fin llegó el sábado de carnaval. Cuento las horas que faltan para celebrar mis primeros 37 años de amores con la salsa. Hoy, de pie, frente a la tarima en donde la universidad de la salsa el Gran Combo de Puerto Rico, interprete sus canciones yo cantaré, bailaré y celebraré mi encuentro con la salsa.
Llegué tarde al mundo de la parranda, el baile y el carnaval. Corría el año 1981 y el sexto de bachillerato prometía ser un año más. En la casa paterna de origen santandereano se escuchaban, a bajos decibeles, bambucos, bundes, pasillos y guabinas. Pero la llegada de la primera novia cambió rápidamente el decorado musical. Javier Bustamante, cuñado de la época, fue mi primer maestro y la persona que me mostró el primer larga duración del gran Combo con las canciones que me enamorarían de este género musical. Ese album, Happy Days, salio a la luz publica en abril del 1981 con ocho canciones, cuatro pasaron a la posteridad: El menú, Timbalero, A la reina y Amor comprado.
La llegada de la familia Lopierre Torres a Barranquilla, tambien en ese año, mejoró el entrenamiento, la salsa y otros ritmos caribes empezaron a remplazar a bambucos y guabinas.
Durante ese último año de colegio aprendí a bailar salsa y merengue, se ampliaron mis conocimientos sobre el tema y quedé listo para mi bautizo carnavalero.
Mi debut carnavalero ocurrió un día como hoy sábado de carnaval en el Hotel del Prado.
La nómina era de lujo El Gran Combo, Johnny Ventura, el Binomio de Oro, Juan Piña y el show de media noche Celia Cruz. Mi bautizo salsero no podía ser mejor, solo había un pequeño problemita, mi hermano Piter y yo no teníamos ni para la gaseosa. Las novias estaban invitadas por sus familias y nosotros todavía no clasificábamos para ese grupo. El pradito era nuestro destino.
Pero no, el dios de la salsa nos envío a un ángel caritativo y audaz con parientes trabajando en la cocina del hotel. En un momento oportuno un pariente dejó abierta una puerta contigua a los jardines externos del hotel, entramos como si nada pero sin ser vistos. Una vez adentro, nuestro angel me agarro de la mano y comensamos a correr, el terror de ser descubiertos y sacados a patadas nos hizo volar. De pronto nos encontramos a un paso de la tarima principal, nadie nos vió. Nuestro bautizo sería en la primera fila de la pista principal del Hotel del Prado con el Gran Combo y Celia Cruz como padrinos. El resto es historia.