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sábado, 16 de abril de 2022

Harrison´s anécdotas

A propósito del ampliamente retuiteado tweet del doctor Gamba del instituto de nutrición en Mexico, también tengo un par de anécdotas protagonizadas por el libro de Harrison. Mencionaré los milagros pero no los santos solo para mantener la prudencia. 
De la primera referencia sólo soy el narrador pero la he contado tantas veces que con el tiempo me convertiré en su protagonista. 
Cursábamos el sexto semestre de medicina y todo el mundo recomendaba el texto de Harrison para estudiar medicina interna. Problemas, la edición en español era la traducción de una edición inglesa anterior a la vigente y por su tamaño venía en dos tomos. La edición más reciente, venía en un solo tomo lo que facilitaba su transporte y la hacía más económica pero tenía un inconveniente estaba en inglés. 
Mi compañero oriundo de las sabanas cordobesas que no manejaba muy bien su inglés, pero quería estar al día decidió luego de reflexionar comprar la edición inglesa. Aprendo medicina Interna y aprendo inglés, pensó. Fulano armado de un portaminas y un diccionario de inglés español comenzó a leer su texto de Harrison. Encima de cada palabra desconocida escribía su significado. Para no alargar el cuento este amigo con el tiempo se convirtió en traductor de artículos para aquellos compañeros de menor interés. Además se convirtió en un prestigioso anestesiólogo en la capital del país. Todo gracias a su empeño y al Harrison por supuesto. 
La otra anécdota si es mía. Partía para Arauca a desempeñar la medicatura rural cargado de grandes expectativas y mas bien ligero de recursos. Había que hacer una buena selección de lo que me acompañaría en el viaje. En esas cavilaciones estaba cuando pase por la librería médica. En su vitral anunciaban la última edición de Harrison. Debo decir que sopesé varias veces la decisión. Finalmente el Harrison me acompañó al rural y el primer año de residencia. Las primeras semanas del rural fueron de poco trabajo de manera que el Harrison fue utilizado ampliamente. Pero la verdadera anécdota fue el caso de una mujer de edad media que consulto por palpitaciones. 
La causa de este síntoma no la había podido aclarar el rural de turno. Mientras los colegas revisaban los datos tratando de encontrar el diagnóstico, me dediqué a examinar la paciente. Por mi mente pasaban las enseñanzas de mis profesores ¿qué me preguntaría el maestro Arcelio? El pulso, frecuencia cardiaca, presión arterial y la auscultación me indicaban una fibrilación auricular, estaba seguro. Sotto voce le comenté a Piter. El muy vivo sin mediar palabras dijo a los rurales: “Elias dice que es una fibrilación auricular” Entonces Sutano respondió con la seguridad conocida: “estas equivocado” y siguió “la frecuencia en esa patología siempre es superior a 200 por minuto y esta señora no ha tenido nunca más de 150 latidos por minuto”
Las lecturas sobre el tema se arremolinaban en mi cabeza, el colega en algo tenía razón, pero mi examen clínico me indicaba sin dudas una fibrilación auricular. Ante la duda abstente, pensé. Necesitaba ayuda, pero en Arauca no había a quién preguntarle. El Harrison me sacaría de dudas
Nunca había leído con tanta avidez el capitulo de un libro, literalmente lo devoré. La conclusión era la siguiente: Sutano tenía razón en anotar que la frecuencia en la fibrilación auricular era muy alta entre 350 y 600 contracciones por minuto. Pero, son contracciones auriculares que en su mayor parte no se ven. Las que se ven y se registran en el electrocardiograma son las ventriculares que usualmente están por debajo de 200 y son irregulares como yo veía en la paciente. Armado con mi Harrison retorné al hospital. Los colegas rápidamente se dieron cuenta de la situación. Decidimos seguir las pautas terapéuticas expresadas en el texto. No disponíamos de monitor de signos vitales, dependíamos de lo que nos informara la paciente. Los minutos pasaron con la lentitud propia del que anhela. No sé cuanto tiempo pasó, pero volví a respirar cuando la paciente manifestó que se sentía mejor. 
 

domingo, 3 de abril de 2022

Sogamoso

 

Aproveché la temporada de carnaval para visitar a mi hija Laura que hace sus primeros seis meses de internado en la ciudad de Sogamoso. Con la excusa de ser unos padres sobre protectores Martha y yo nos fuimos a visitar el altiplano cundiboyacense. 
Debo advertir que durante mi periplo bogotano, el vecino departamento de Boyacá no fue objeto de mi atención. Una visita a la muy nombrada Villa de Leiva y una conferencia en el hotel Estelar de Paipa fueron mis únicos contactos con esta tierra cargada de historia y leyenda. 
No quiero parecer repetitivo pero en esta ocasión al igual que en el viaje a Pasto del cual les comenté en la nota anterior, también tenía una idea preconcebida de la vida en estos municipios que como deben suponer está totalmente equivocada.
Sogamoso esta localizada al centro del departamento de Boyacá y es capital de la provincia de Sugamuxi, la cual limita por el occidente con otra provincia importante, la de Tundama. Para llegar a Sogamoso desde Bogotá se necesitan aproximadamente 4 horas de conducción incluyendo el tiempo del tradicional embotellamiento a la salida de la capital. Una magnífica doble calzada nos llevó hasta Paipa en donde nos encontramos el bello lago Sochagota y el esplendido hotel Estelar en donde nos quedamos. Sogamoso se encuentra a unos 40 minutos más adelante de Paipa por una carretera muy transitada que refleja el empuje económico de la región. 
Sogamoso no es un pueblito cualquiera, puede dársele el nivel de ciudad intermedia. Con 112.000 habitantes que trabajan principalmente en la economía minera, agraria y de servicios, esta ciudad tiene el nivel de muchas capitales de Colombia. 
Con un comercio movido, almacenes de marcas nacionales e internacionales, concesionarios de unos y otros, atendidos por gente sencilla y muy amable, Sogamoso y los pueblos que la rodean tienen lo suyo. 
No se puede olvidar hacer una referencia al bello paisaje de montaña propio de nuestras tres cordilleras. Por donde se mire encontrará usted un precioso verdor que invita a caminar y a disfrutar del encuentro con una naturaleza pura, limpia y a una temperatura muy agradable.
Un goloso como yo no puede olvidar mencionar las delicias gastronómicas de la zona. Para no caer en exageraciones solo mencionaré lo que mas repetí por su buen sabor. Sin llevar un orden particular les recomiendo caldo de papa con costilla, changua, almojábanas, tamales, arepa boyacense, envueltos de maíz, longanizas, y quesos. Mención especial merece la torta de almojábanas con bocadillo y helado de vainilla que se encuentra en el hotel Estelar, sencillamente deliciosa. 
Vale la pena cambiar el tradicional destino playero de las vacaciones. Los hoteles empotrados en bellos paisajes de montaña a orillas de preciosas lagunas observados en Boyacá son un destino fabuloso.

Pasto


El curso de reumatologia programado para este año, en la ciudad de Pasto, generaba muchas expectativas. La nueva junta directiva de la asociación interpretando el sentir de los miembros decidió hacer un curso presencial. El reencuentro luego de la pandemia, era esperado por todos. Sin embargo cierta preocupación se sentía en el ambiente por el lugar escogido para el evento. Que era una ciudad pequeña para acoger un curso grande, que sus problemas con el aeropuerto, en fin era la oportunidad de conocer una ciudad que tal vez de otra manera no visitaríamos. Pues cuan equivocado estaba. 

Comencemos por el viaje. Pese a las condiciones climáticas que vive nuestro país, el viaje fue igual a cualquier otro viaje hecho en Colombia. La temida aproximación y el aterrizaje en el Antonio Nariño de Pasto fue igual a la de cualquier otro aeródromo colombiano localizado en tierra montañosa. Ahora pienso que eso del terrible aterrizaje en el aeropuerto nariñense es otro cuento más de los pastusos para que no vaya tanto forastero a tirarse su bella ciudad.

No solo bella sino gran ciudad, con todas las letras. Pasto no es ninguna ciudad intermedia. Es toda una capital con una gran infraestructura, muchas dobles calzadas, una gran via de 8 carriles; magnificas carreteras que bordean impresionantes abismos para conectar los municipios cercanos; nuevos edificios para habitar en el norte de la ciudad con acabados modernos. Pasto es una ciudad a los pies del Galeras bonita, limpia, sin pordioseros. La verdad no vi indigentes, ni limpiadores de vidrios, ni saltimbanquis, nada de eso. Lo que sí vi y por cantidades es gente amable, sencilla, dispuesta siempre a atender al que pregunta, sin miedos, sin recatos. Qué linda es la gente pastusa. 

Por la brevedad del viaje solo tuve la oportunidad de conocer los dos mayores atractivos turísticos del departamento. El santuario de las lajas y la laguna de La Cocha. El primero, una impresionante demostración de la capacidad de la ingeniería colombiana y ecuatoriana, esta dentro de las iglesias más bellas del mundo. No me detendré en la descripción de su belleza, solo les digo que todo colombiano debe visitar esta bella obra arquitectónica.
La laguna de La Cocha es un bello atractivo natural localizado a unos 20 kilómetros de Pasto y a 2680 metros sobre el nivel del mar. La belleza del paisaje y la tranquilidad que se respira en la zona hacen de este lugar un magnifico destino para el descanso y la relajación de la ajetreada vida diaria.
En medio de este paraíso natural y arquitectónico se produjo el reencuentro de los reumatólogos colombianos. La verdad no pudo ser mejor el lugar escogido para el curso XII de nuestra asociación. La alegría producida por el encuentro postpandémico no pudo estar mejor enmarcada. El magnifico programa científico y cultural quedará en los anales de la ACR como uno de los mas sentidos de nuestra historia. 
Cierro esta humilde nota expresando mi agradecimiento a la junta directiva y especialmente a Carlos Arteaga y a Orlando Villota por las atenciones y el empeño puesto en este curso. San Juan de Pasto prometo que volveré.