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sábado, 21 de octubre de 2023

Prado es Prado



El fin de semana del puente de la raza tuve la oportunidad de vivir varias experiencias susceptibles todas de alguna nota que sirva para reencontrarme con los amigos del Facebook. 

Ocurrió que durante ese puente participé en el encuentro con los compañeros de la promoción 88 de la Universidad del Norte para celebrar los 35 años de egresados de la facultad de medicina.

Podría escribir notas sobre las risas y las lágrimas producto de cada abrazo, de la nostalgia evocada durante tres días de ensueño. También podría escribir sobre lo gratamente impresionados que se mostraron los compañeros que no viven en Barranquilla, al notar el vuelco que ha dado la ciudad y sus alrededores.

Pero no, voy a escribir sobre un viejo conocido que se negó a sucumbir por culpa de los malos manejos, el narcotráfico y las circunstancias  derivadas de ser un hotel localizado en una ciudad con bajo potencial turístico, mi nota va hoy por el hotel El Prado.

Mis experiencias con el hotel siempre fueron relacionadas con mi concurrencia tanto a sus tradicionales fiestas de carnaval como a los múltiples eventos académicos desarrollados en sus salones. Pero esta vez disfruté del hotel como huésped. La decisión de quedarme en El Prado fue tomada para resolver algunos asuntos de logística de nuestro encuentro y para salir de la rutina familiar.

Aunque he caminado por el hotel durante todos estos años, nunca lo había hecho como huésped. No se si por entrar como tal o por la pausa que dan los años, esta vez mi entrada fue solemne, si se quiere. Caminé despacio por sus pisos forrados en baldosas blancas y negras para aprender de sus casi 100 años de historia. Me detuve a observar el verdor de sus jardines y la elegancia de sus palmeras las que me hicieron comprender la resistencia del hotel a las duras circunstancias vividas en los 90. Es imposible que ese espléndido jardín y área de piscina sucumbieran por el nefasto narcotráfico y los malos manejos politiqueros. 

No solo disfrute de la arquitectura neoclásica del hotel, sus jardines y sus recintos, también disfrutamos del encuentro con un personal amable y profesional capaz de atender huéspedes de la mayor diversidad. 

Mis compañeros y mi familia pasamos tres inolvidables días en un hotel que se esmeró por atendernos de la mejor manera posible y al cual regresaré sin dudas porque como lo dice su eslogan Prado es Prado.

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