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miércoles, 29 de junio de 2022

Aire con condición

Tradicionalmente por estos días de mitad del año en el Caribe colombiano se inicia la temporada húmeda. En Barranquilla, debido a la ausencia de un sistema de drenaje de aguas lluvias formal, las calles cumplen la función de alcantarillado pluvial superficial. Por esta y otras razones en estas épocas lluviosas, las calles curramberas traen corrientes de agua denominadas arroyos.   El problema esta en que cuando las lluvias son muy intensas estos arroyos se convierten en peligrosos caudales que pueden causar muerte y desolación. Por eso desde niño en Barranquilla nos enseñan que cuando llueve hay que quedarse quieto en donde se encuentre. 

Pero no todo es malo con los aguaceros torrenciales que caen en nuestra tierra. Sin ser expertos en meteorología, los caribeños sabemos que cuando más calienta el sol más pronto caerá un aguacero proverbial. Como mandado por Dios un zipote aguacero cae preciso al medio día para bajar la canicular temperatura a niveles primaverales. Entonces se aprovecha el aguacero para almorzar con calma y luego hacer una siesta con un clima semejante al inducido por un enfriador de  aire.

Dicho sea de paso en otras épocas el dichoso aire acondicionado era un articulo de lujo. Hoy se nos olvida, porque gracias a los chinos y su economía de escala es mas fácil acceder a un aparato acondicionador de clima, pero en otros tiempos, solamente las familias muy acomodadas disfrutaban del lujo de tener aire acondicionado.  Ni soñar con un aire central, esos los conocí cuando tuve la oportunidad de visitar los Estados Unidos. En Quilla los mas utilizados, por ser más económicos, eran los aires de ventana. Todavía se ven en los edificios de mayor edad los espacios dejados por los arquitectos para el uso de este necesario electrodoméstico. Ahora que digo electro caigo en la cuenta que muchas familias lograban disponer del aparato en la ventana pero solo se encendía uno por el costo del servicio de electricidad. De tal manera que el lujo en Barranquilla no era tener aire acondicionado, el lujo era encenderlo. 

En cualquier caso, para ricos y pobres un aguacero al medio día significaba una temperatura primaveral por un par de horas que permitían hacer una siesta a pierna suelta por mas tiempo del usual y si el aguacero se prolongaba, llegar tarde a la jornada colegial de la tarde y salvarse de la temible hojita suelta del profesor Mengual (saludo a los alumnos y amigos del San José)

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