Un
consejo, cuando tenga vuelos de trayecto largo y el presupuesto corto para
primera clase, reserve una silla bien localizada. Mi experiencia viajera recomienda
las sillas del pasillo y adelante. Esta localización es menos ruidosa, fácil
para levantarse sin pasar por encima de otro y las molestas turbulencias se
perciben menos. Para un viaje reciente, fiel a mi experiencia, elegí la silla
9c. Cuando estaba por terminar el abordaje, apareció una joven madre con su hija
de unos 5 años a ocupar la silla 9b, a mi lado. La 10 b, en la fila de atrás, estaba
asignada a la hija. No es necesario ser un gurú del comportamiento humano para
imaginar el problema derivado de la separación de sillas, apenas la niña se vio
sola comenzó a llorar. El personal de abordo tranquilizó a la madre, al
finalizar el embarque verían un lugar apropiado para ubicarlas. Esas respuestas
dilatadoras siempre me producen mala espina, alguien va a salir clavado.
El
tiempo pasaba y el cambio no llegaba, una diligente azafata parecía preocuparse
por el caso, Luisa, mi acompañante de viaje, presagiando el problema se hizo la
dormida, mientras tanto la niña continuaba apremiando a la madre con su llanto.
La azafata se acercó nuevamente, no había posibilidad de cambio, el vuelo
estaba lleno. Lo presagiado, alguien paga los platos rotos, me voy al incomodo
10b o defiendo mi puesto ideal.
No
tuve que esperar mucho tiempo para resolver el dilema. La señora preocupada por
el llanto de la hija me abordó contando la historia ya conocida de primera
mano. Puse cara de resignado y cortante expresé mi inconformidad con cambiar a
silla de en medio, la mas incomoda de todo avión. En ese momento llegó la abuela
de la niña, que también viajaba, ofreciendo su silla de pasillo en la parte
media del avión. La señora tomaría el incomodo 10b, para tranquilidad de la
nieta mientras yo sacrificaba la tranquilidad del puesto delantero con tal de
continuar en un pasillo, acepté sin reparos.
Pero
el problema no terminó en el simple cambio. Resulta que la silla de la abuela
estaba al lado del baño, con razón ofreció el cambio. Al lado del baño es
imposible dormir por el ruido producido en los retretes sin mencionar las otras
“producciones” propias del lugar. La azafata reapareció sin soluciones, le hice
ver mi situación y prometió ayudar, un ascenso a ejecutiva sería una buena
recompensa para mi buen acto, soñé.
Minutos después llegó la
azafata con el ascenso, pero numérico, pasé de la 9c a la 29c otra silla en el pasillo,
lejos del baño, pero bien atrás con mucho ruido y turbulencias y también muy
lejos de la soñada clase ejecutiva.
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