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viernes, 11 de octubre de 2019

Un buena silla por favor

Un consejo, cuando tenga vuelos de trayecto largo y el presupuesto corto para primera clase, reserve una silla bien localizada. Mi experiencia viajera recomienda las sillas del pasillo y adelante. Esta localización es menos ruidosa, fácil para levantarse sin pasar por encima de otro y las molestas turbulencias se perciben menos. Para un viaje reciente, fiel a mi experiencia, elegí la silla 9c. Cuando estaba por terminar el abordaje, apareció una joven madre con su hija de unos 5 años a ocupar la silla 9b, a mi lado. La 10 b, en la fila de atrás, estaba asignada a la hija. No es necesario ser un gurú del comportamiento humano para imaginar el problema derivado de la separación de sillas, apenas la niña se vio sola comenzó a llorar. El personal de abordo tranquilizó a la madre, al finalizar el embarque verían un lugar apropiado para ubicarlas. Esas respuestas dilatadoras siempre me producen mala espina, alguien va a salir clavado.
El tiempo pasaba y el cambio no llegaba, una diligente azafata parecía preocuparse por el caso, Luisa, mi acompañante de viaje, presagiando el problema se hizo la dormida, mientras tanto la niña continuaba apremiando a la madre con su llanto. La azafata se acercó nuevamente, no había posibilidad de cambio, el vuelo estaba lleno. Lo presagiado, alguien paga los platos rotos, me voy al incomodo 10b o defiendo mi puesto ideal.
No tuve que esperar mucho tiempo para resolver el dilema. La señora preocupada por el llanto de la hija me abordó contando la historia ya conocida de primera mano. Puse cara de resignado y cortante expresé mi inconformidad con cambiar a silla de en medio, la mas incomoda de todo avión. En ese momento llegó la abuela de la niña, que también viajaba, ofreciendo su silla de pasillo en la parte media del avión. La señora tomaría el incomodo 10b, para tranquilidad de la nieta mientras yo sacrificaba la tranquilidad del puesto delantero con tal de continuar en un pasillo, acepté sin reparos.
Pero el problema no terminó en el simple cambio. Resulta que la silla de la abuela estaba al lado del baño, con razón ofreció el cambio. Al lado del baño es imposible dormir por el ruido producido en los retretes sin mencionar las otras “producciones” propias del lugar. La azafata reapareció sin soluciones, le hice ver mi situación y prometió ayudar, un ascenso a ejecutiva sería una buena recompensa para mi buen acto, soñé.
Minutos después llegó la azafata con el ascenso, pero numérico, pasé de la 9c a la 29c otra silla en el pasillo, lejos del baño, pero bien atrás con mucho ruido y turbulencias y también muy lejos de la soñada clase ejecutiva.


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