sábado, 26 de octubre de 2019

Decir groserías


Lanzar una grosería en un momento de máxima exaltación puede ser el acto más primario del ser humano. No debe calificarse a una persona como soez o vulgar, cuando ante una situación de gran frenesí lanza una expresión grosera o insultante. El irremplazable madrazo, el multifuncional carajo, el popular “no joda” o frases groseras mas elaboradas como invitar a alguien con tono imperativo a comer deyecciones humanas o mandar a callar a una persona comparando su cabeza con el órgano viril son expresiones utilizadas ampliamente durante momentos de gran pasión y en situaciones tan disímiles como la felicidad o el enojo.
Para los lectores que puedan resultar incómodos con este comentario presento algunas reflexiones que justifican el uso de estas y otras groserías. En primer lugar, no se trata de lanzar groserías ante la más mínima situación eufórica. La expresión soez debe producirse al momento de una situación inesperada o sorpresiva, positiva o negativa para el sujeto, pero en todo caso no habitual. Las groserías proferidas sin el ingrediente aportado por la sorpresa no impactan, no producen liberación de energía, el usuario frecuente de estas palabras termina entonces convertido en un personaje vulgar.
No sucede igual en los momentos de máxima exaltación cuando se lanza un improperio con toda la energía posible. Al menos dos efectos resultan de expresar genuinamente una pasión, el primero y muy terapéutico a mi juicio, es la sensación de alivio que se percibe una vez se ha gritado cualquier improperio. Se produce una liberación de energía de tal magnitud que usted se siente liviano. El segundo efecto es consecuencia lógica del primero; al demostrar de manera contundente su posición con una sonora grosería, se atenúa el disgusto, se bota el chupo, se descarga el alma. Para cuando las situaciones son contrarias, el guardarse los sentimientos negativos induce en el sujeto afectado estrés, gastritis, fibromialgia y muchas otras manifestaciones. No hay nada peor para la salud que evitar un madrazo sonoro y vibrante, proferido cuando la situación lo amerita, por pena o peor aún por el famoso ¿qué dirán?


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