La niñez tiene su historia, en el centro tuve mis primeros amigos. Hernando con quién hacía bolas de trapo con medias viejas y jugábamos al fútbol en la acera de la casa. Monté la primera bicicleta. En nebulosas recuerdo al señor Pocho con quien dicen me sentaba a conversar escapado de las enaguas de mi mamá. El colegio de la señorita Mary, en donde aprendí mis primeras letras. La iglesia del Rosario en donde fui monaguillo y me sirvió para mis primeras aventuras y mis primeros pesos. Las peritas cosechadas en el patio de la casa de doña Olga, ráfagas de recuerdos.
Cuando estaba por comenzar la adolescencia nos mudamos para la casa de la tia Magola en la carrera 48 con 70, corría el año 1973. Hoy pienso que la cuadra representaba una clásica calle de Barranquilla, desde el punto de vista de ordenamiento territorial. En su mayoría constituida por casas de familias, tenia en la esquina norte dos edificios. El Hasbun como de 10 pisos y otro en frente de dos pisos. En la esquina sur una clínica pedíatrica. La carrera 48 era un ejemplo de desordenamiento urbanístico.
En todo caso, la carrera 48 es una calle larga que a principios de los años 70 estaba fundamentalmente habitada por familias de clase media. Doña Mary de la Pava fue nuestra vecina toda la vida, Los primos Blanco Castilla vivieron en frente varios años, la familia Senior arribita de los primos. Doña Lilia de Reyes habitaba la casa de enfrente, El señor Parada y sus hijos más abajo, Doña Ana Teresa de García también mas abajito, vecina de las Ibáñez.
Victor y Julio Echeverri que vivían al lado de las Ibáñez, Gabriel Martinez entre los Beltran de la Pava y los Parada junto a Jaime Peña y Carlos Moy, vecinos de la carrera 49, cerraban el selecto grupo de amigos que la adolescencia me dejó y todavía conservo.
Fueron mis años maravillosos, en la 48 ocurrió mi primer todo. No olvido las fiestas con papayera en donde doña Roque. Ella y la señora Ana Teresa nos enseñaron a bailar para que disfrutáramos de la reunión. Las noches tranquilas de la ciudad permitían jugar de todo: el escondío, la lleva, el quemáo, trompo, bolita de uña y por supuesto los partidos de bola’etrapo jugados en la calle con la única preocupación de no romper la ventana de un vecino. La cercanía del “Suri” y su primera remodelación permitió alternar la bola’etrapo con el baloncesto. Paliábamos la sed y el hambre en la tienda de las viejitas con una CocaCola y un pan de 20. Sentados en el bordillo, muchas veces en silencio, como corresponde entre los buenos amigos, pasaron los años de una adolescencia sana y sin problemas.
¿De dónde eres tú?
Cuando estaba por comenzar la adolescencia nos mudamos para la casa de la tia Magola en la carrera 48 con 70, corría el año 1973. Hoy pienso que la cuadra representaba una clásica calle de Barranquilla, desde el punto de vista de ordenamiento territorial. En su mayoría constituida por casas de familias, tenia en la esquina norte dos edificios. El Hasbun como de 10 pisos y otro en frente de dos pisos. En la esquina sur una clínica pedíatrica. La carrera 48 era un ejemplo de desordenamiento urbanístico.
En todo caso, la carrera 48 es una calle larga que a principios de los años 70 estaba fundamentalmente habitada por familias de clase media. Doña Mary de la Pava fue nuestra vecina toda la vida, Los primos Blanco Castilla vivieron en frente varios años, la familia Senior arribita de los primos. Doña Lilia de Reyes habitaba la casa de enfrente, El señor Parada y sus hijos más abajo, Doña Ana Teresa de García también mas abajito, vecina de las Ibáñez.
Victor y Julio Echeverri que vivían al lado de las Ibáñez, Gabriel Martinez entre los Beltran de la Pava y los Parada junto a Jaime Peña y Carlos Moy, vecinos de la carrera 49, cerraban el selecto grupo de amigos que la adolescencia me dejó y todavía conservo.
Fueron mis años maravillosos, en la 48 ocurrió mi primer todo. No olvido las fiestas con papayera en donde doña Roque. Ella y la señora Ana Teresa nos enseñaron a bailar para que disfrutáramos de la reunión. Las noches tranquilas de la ciudad permitían jugar de todo: el escondío, la lleva, el quemáo, trompo, bolita de uña y por supuesto los partidos de bola’etrapo jugados en la calle con la única preocupación de no romper la ventana de un vecino. La cercanía del “Suri” y su primera remodelación permitió alternar la bola’etrapo con el baloncesto. Paliábamos la sed y el hambre en la tienda de las viejitas con una CocaCola y un pan de 20. Sentados en el bordillo, muchas veces en silencio, como corresponde entre los buenos amigos, pasaron los años de una adolescencia sana y sin problemas.
¿De dónde eres tú?
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