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domingo, 28 de octubre de 2018

Y donde está el piloto

Con frecuencia ocurre que los miembros de una familia se dedican a una misma actividad. Los hijos siguen los pasos de abuelos, padres o tíos creando verdaderas dinastías en algún campo laboral o de las artes. Este fue el caso en mi familia, por la línea paterna del abuelo Forero. Mi padre, dos tíos y algunos primos se dedicaron a diferentes aspectos relacionados con la aeronáutica. De manera que mi relación con los viajes y aviones comenzó bien temprano. Mi gusto por viajar, desarrollado desde la primera infancia, auguraba tener un comandante de avión en las filas de la familia, cargo que para esa época aún no había sido cubierto por ninguno de los herederos de la tradición familiar. 
Sin embargo, un pequeño problemita se presentó de manera simultánea con los primeros vuelos realizados. Mi sentido del oído y capacidad para tolerar los mareos es más que pobre, me mareo viendo una rueda de Chicago. Los pilotos aprenden a volar en aviones pequeños, que son sometidos a multiples turbulencias, nada que hacer, hay que buscar otro candidato. El gusto por volar y por los viajes, que sin duda lo tengo, va en relación directa al tamaño del avión en donde vuelo. Es decir me siento a mis anchas, no me cambio por nadie, me monto todas las veces que quieran y por el tiempo que quieran en un avión grande, de aquellos que tienen una menor probabilidad de sufrir por turbulencias. Entre más grande mejor, más contento, más lo gozo, menos mareos. Pero cuando se trata de montarse en un mosquito volador con pasajeros la cosa es a otro precio. No mis amigos, la época de volar en avioneta, helicópteros, globos aerostáticos, dirigibles y demás congéneres está superada. No me monto en un chocorito de esos ni por plata. Que son muy seguros, que aterrizan en cualquier parte, que pueden planear, de acuerdo lo puedo aceptar, pero se zarandean de lo lindo y yo mareado vomito hasta el apellido.
Viajar, si, a donde quieran, pero en un avión de 120 pasajeros o más, con el tamaño adecuado, haciendo el honor a la frase utilizada por algunos que dice: “el tamaño sí importa”.

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