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viernes, 19 de febrero de 2016

Claves de seguridad

Presento de antemano mis sinceras excusas a los amigos dedicados a la informática. Escribo esta nota sin ánimo camorrero. Este comentario lo hago con el mejor sentido "altruista", dirigido a disminuir el consumo nacional de claves de seguridad para acceso a los sistemas de las empresas. Así es, mis amigos informáticos: si no tomamos cartas en el asunto, se acabarán las claves de seguridad y el país se verá obligado a, por ejemplo, importar claves, perjudicando la ya maltrecha balanza nacional de importaciones y exportaciones. 

Para los que todavía no captan el mensaje para los amigos informáticos, me refiero a que estoy preocupado porque cada mes tengo que cambiar las claves de seguridad para acceder a los computadores de los sitios en donde trabajo. En realidad, el término preocupado es un cordial eufemismo - lo que estoy es mamado de cambiar claves todos los meses por "razones de seguridad".

Tal vez ingenuamente me pregunto: ¿para qué tantas claves y tantos recambios? ¿Será para que no se roben una historia clínica digital? Entonces viene la pregunta obvia: ¿es necesario robar una historia clínica? La respuesta a esta última pregunta es un no rotundo. Las historias pululan por todas partes. Recuerden ustedes que para el más mínimo trámite en salud exigen la historia impresa - para luego ni mirarla. Las historias quedan por allí sueltas, sin doliente, a merced de todo aquel que quiera leerlas. Por otro lado, los pacientes le cuentan a todo el mundo lo que tienen. Tome asiento por un rato en una sala de espera y verá, o mejor dicho, oirá a todos los presentes contarse sus achaques sin el menor temor.

Mis amigos informáticos dicen que los hackers aprovechan cualquier oportunidad para robar información y así meter sus narices - o mejor, sus manos - en las cuentas de los hospitales. Puede ser. Pero si se trata de hospitales, esos hackers lo que van a encontrar es cuentas por pagar y saldos en rojo - como si no estuviera suficientemente clara la situación económica de nuestros hospitales.

El hecho es que, con el amenazante argumento aquel de "por razones de seguridad", se dispara una paranoia colectiva que obliga a cambiar las claves con toda clase de enrevesadas condiciones: combinaciones múltiples de mayúsculas con minúsculas, combinación de números con letras, tantos caracteres, etc, etc. Se vuelven tan "seguras", que no hay manera de recordarlas, lo que obliga a sacar otra y otra. Como la dichosa clave no debe olvidarse, toca echar mano de los cumpleaños, fechas especiales, nombres de los hijos, etc. Igual son agotables. Ya va tocar usar nombres de novias o sus teléfonos, y eso sí puede poner en peligro la seguridad nacional. Se acaban las claves, se los aseguro, y en ese momento tendremos verdaderos problemas de seguridad.


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