¿Quién puede predecir el futuro? ¿Qué tanto se puede augurar el comportamiento
de la economía o el desarrollo de un país? Obviamente, no voy a contestar esas
preguntas, ni brujo, ni economista, no faltaba más, esas preguntas me vienen a
cuento al conocer, de primera mano, la situación que vive nuestra vecina
Venezuela. No puede ser, cuesta trabajo comprender que hace veinticinco años,
mientras hacíamos el año rural en Arauca, anhelábamos llegar a Venezuela, para
encontrar un país desarrollado, con carreteras de verdad, buenas comunicaciones
y mejores comodidades. Las comunicaciones eran tan buenas que los colombianos
habitantes de las fronteras sabían mejor el “Gloria al Bravo Pueblo” estrofa
inicial del himno venezolano, que la letra del himno colombiano.
Recuerdo un viaje
que hicimos a San Cristóbal, capital del estado Táchira, partiendo desde Arauca
en la frontera venezolana. No se necesitaba visa, un permiso fronterizo,
expedido sin mayores trámites en el consulado venezolano, permitía transitar
por la zona sin complicaciones. El intercambio comercial y cultural era
ampliamente favorable a Venezuela de manera que, pese a cierta hostilidad al
paso por las alcabalas fronterizas, ir a San Cristóbal siempre era un buen
programa. El imponente llano lo transitamos por una carretera amplia y
expedita, a la vera, se notaban prósperas haciendas para orgullo de los
patriotas. Una parada técnica en una estación de servicio nos permitió
confirmar que ya estábamos bien adentro en Venezuela, pues un amplio letrero
invitaba a comer las deliciosas arepas venezolanas. Me decidí por una rellena
de carne mechada (así se dice en Venezuela) aunque la oferta de picadillos de
pollo, cerdo, chicharrón, jamones y otros más, invitaba a comer otras provocativas
opciones.
En esa época viajar
por Venezuela era un privilegio, hoy la realidad es otra, ninguno de los que
hicimos aquel viaje a San Cristóbal, habríamos apostado por esta debacle. Las
carreteras se han deteriorado de manera notoria, la ausencia de mantenimiento y
el tráfico pesado producen daños que obligan a reducir la velocidad para poder
evitar los huecos. Pero ese no es el mayor problema, lo malo es que debido a la
escasez de alimentos, ya no es posible disponer de la variedad de rellenos para
las arepas. Hoy, la arepa “bolivariana” se rellena con la fórmula LQH-Lo Que
Halla- sí hay una cosa no hay otras, que pesar no haberme comido todas las que
pude en aquel viaje.
Y no sigo enumerando los problemas del bravo pueblo porque después el régimen de Maduro me tilda de uribista y eso es peor que la falta de las arepas.
Y no sigo enumerando los problemas del bravo pueblo porque después el régimen de Maduro me tilda de uribista y eso es peor que la falta de las arepas.
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