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sábado, 4 de abril de 2015

Un paseo a San Cristobal

¿Quién puede predecir el futuro? ¿Qué tanto se puede augurar el comportamiento de la economía o el desarrollo de un país? Obviamente, no voy a contestar esas preguntas, ni brujo, ni economista, no faltaba más, esas preguntas me vienen a cuento al conocer, de primera mano, la situación que vive nuestra vecina Venezuela. No puede ser, cuesta trabajo comprender que hace veinticinco años, mientras hacíamos el año rural en Arauca, anhelábamos llegar a Venezuela, para encontrar un país desarrollado, con carreteras de verdad, buenas comunicaciones y mejores comodidades. Las comunicaciones eran tan buenas que los colombianos habitantes de las fronteras sabían mejor el “Gloria al Bravo Pueblo” estrofa inicial del himno venezolano, que la letra del himno colombiano.
Recuerdo un viaje que hicimos a San Cristóbal, capital del estado Táchira, partiendo desde Arauca en la frontera venezolana. No se necesitaba visa, un permiso fronterizo, expedido sin mayores trámites en el consulado venezolano, permitía transitar por la zona sin complicaciones. El intercambio comercial y cultural era ampliamente favorable a Venezuela de manera que, pese a cierta hostilidad al paso por las alcabalas fronterizas, ir a San Cristóbal siempre era un buen programa. El imponente llano lo transitamos por una carretera amplia y expedita, a la vera, se notaban prósperas haciendas para orgullo de los patriotas. Una parada técnica en una estación de servicio nos permitió confirmar que ya estábamos bien adentro en Venezuela, pues un amplio letrero invitaba a comer las deliciosas arepas venezolanas. Me decidí por una rellena de carne mechada (así se dice en Venezuela) aunque la oferta de picadillos de pollo, cerdo, chicharrón, jamones y otros más, invitaba a comer otras provocativas opciones.

En esa época viajar por Venezuela era un privilegio, hoy la realidad es otra, ninguno de los que hicimos aquel viaje a San Cristóbal, habríamos apostado por esta debacle. Las carreteras se han deteriorado de manera notoria, la ausencia de mantenimiento y el tráfico pesado producen daños que obligan a reducir la velocidad para poder evitar los huecos. Pero ese no es el mayor problema, lo malo es que debido a la escasez de alimentos, ya no es posible disponer de la variedad de rellenos para las arepas. Hoy, la arepa “bolivariana” se rellena con la fórmula LQH-Lo Que Halla- sí hay una cosa no hay otras, que pesar no haberme comido todas las que pude en aquel viaje.
Y no sigo enumerando los problemas del bravo pueblo porque después el régimen de Maduro me tilda de uribista y eso es peor que la falta de las arepas. 

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