La calidad del desarrollo
gastronómico observado en Barranquilla y su rica variedad es motivo de admiración
para propios y extraños, pero sin ofender a ninguna tendencia culinaria, es
fehaciente la evolución de las comidas rápidas. Todavía recuerdo los primeros
perros calientes callejeros, estaban constituidos por pan, salchicha y salsas
básicas, tomate, mayonesa y mostaza. Callejeros porque se encontraban por las
calles en unos carritos que no tenían mucha pretensión, eran pequeños, de
madera, con las muy reconocidas balineras para facilitar el desplazamiento y la
asistencia a cuanta verbena o evento hubiese en la ciudad. El dispositivo más
sofisticado de aquellos carros era un anafe con carbones que calentaba una olla
con agua de cebolla para las salchichas. Por aquellos años, las salchichas eran
la mitad del tamaño actual y un tanto desabridas, el vendedor de perros se
limitaba a abrir el pan, también de la mitad del tamaño actual, poner la
salchicha en la abertura y dispensar las salsas con toda clase de ademanes y
sortilegios como para demostrar que preparar el perro tenía algún grado de
dificultad, que por supuesto no tenía. Conozco con detalle los perros de la
época, en mis ratos libres trabajaba en el extinto san Andresito de la calle 30
y allí los perros eran la comida rápida disponible. Alguna tarde, impulsado por
el voraz apetito adolescente y facilitado por su reducido tamaño, comí doce
perros. Fueron tales las consecuencias del irresponsable consumo de perros
sobre mi tracto digestivo, que sólo diez años después los volvería a comer,
gracias a la primera evolución de los perros y de sus carros. Corrían los años
ochenta cuando aparecen en las esquinas carros de estructura metálica con
techo, un asador de carbón en un extremo y compartimentos que mantenían el
calor por un baño María calentado con gas. Por su tamaño eran más difíciles de
transportar. Para ese momento el pan y la salchicha adoptaron el tamaño que hoy
conocemos, se introdujeron las técnicas de salchichas y chuzos asados al carbón,
las verduras picadas, el queso y las papitas cabello de ángel que llegarían
para quedarse. De los carros en esquinas estratégicas dotados con sillas
plásticas se pasó a los lugares de tipo restaurante con las mismas sillas pero
con toda variedad de perros, chuzos y otras comidas. Se hizo famoso el palacio
del perro por sus combinaciones y en Colombia la perrada de Edgar.
Ha sido tal la evolución de las comidas rápidas en Barranquilla, que hoy no da pena decir que el perro a la plancha y el chuzo desgranado con mazorca son considerados platos típicos de la ciudad.
Ha sido tal la evolución de las comidas rápidas en Barranquilla, que hoy no da pena decir que el perro a la plancha y el chuzo desgranado con mazorca son considerados platos típicos de la ciudad.
Compitiendo con estos sitios cuya función inicial eran unos mataderos de hambre, hoy diversificados y con merecido estatus, están otros sitios elevados a la categoría de monumentos nacionales gastronómicos como Narco Bollo y la Tiendecita.
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