Con frecuencia se menciona que el español es un idioma muy rico, amplio y otros adjetivos que ilustran las bondades de nuestra lengua materna. Sin embargo, los usuarios del castellano ocasionalmente inventamos giros idiomáticos que resultan inapropiados, afectando la belleza de nuestra lengua. Tal es el caso del verbo poner. Este pobre verbo casi cae en desuso por cuenta de un quisquilloso que reencauchó el proverbio catalán del siglo diecinueve: sólo las gallinas ponen. Desde entonces, con tal de no ser comparados con las aves de corto vuelo, el verbo poner se cambia por todos los sinónimos posibles que por supuesto no siempre caben. Los invito a leer una magistral ponencia en defensa del verbo poner escrita por Don Juan Gossain.
Traigo a colación el cuento del verbo poner para referirme al también uso inapropiado del verbo intransitivo colaborar. Para explicar mi posición, comienzo por mostrar la definición de colaborar según el diccionario de la Real Academia de la Lengua.
1. Trabajar con otra u otras personas en la realización de una obra.
2. Escribir en un periódico o revista, sin pertenecer a la plantilla de redactores.
3. Contribuir (Concurrir con una cantidad)
Es decir, el verbo colaborar se usa, en su primera acepción, cuando una persona trabaja con otras en pos de lograr un objetivo. El objetivo, en general, beneficia al que recibe la colaboración. Ocurre, incluso, que el colaborador cumple su tarea sin recibir recompensa. En ese orden filológico de las ideas el verbo colaborar se utiliza mal cuando funcionarios que atienden público, reciben quejas o trabajan en el área de servicio al cliente usan la frase: Espere un momento ya le colaboro.
La labor de estos funcionarios amerita el uso de verbos como resolver, solucionar, atender, suministrar, informar, arreglar y seguramente muchos otros, pero no el verbo colaborar. Luego la dichosa frase utilizada en los ámbitos mencionados no tiene cabida. Mucho menos cuando el solicitante del servicio lo hace en trance de una queja. Usar el verbo colaborar cambia el sentido de la acción, pareciera que quien debe resolver el problema es el cliente. Señores de servicio al cliente, cuando un usuario se comunica con su oficina por tener dificultades con su marca, no esta pidiendo colaboración. El usuario quiere resolver un problema y ojalá ¡ya!
Don Juan, ¿será que estoy muy quisquilloso como aquel de las gallinas o tengo algo de razón?
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