La afirmación, derivada de analizar el comportamiento económico de familias del común, aporta los argumentos necesarios para demostrar que buena parte de la economía mundial se apoya en las compras innecesarias que hacen las familias. Fíjense que no hablo de géneros, tampoco de edades ni de los molestos estratos sociales. El tema no se aplica a los conocidos clichés de que las mujeres son las que más compran, no señor, a la hora de comprar pendejadas, artículos inútiles o planes para tal o cual cosa todos en la familia están implicados, es decir son culpables por acción o por omisión.
Pongamos unos ejemplos usuales para demostrar lo planteado. Seguramente muchos de ustedes han caído en la tentación de comprar una semana compartida en tal o cual cadena hotelera. Los caídos en la trampa habrán utilizado un par de veces los servicios mientras que anualmente se paga la cuota y lo más grave, no hay a quien vendérsela.
Muchas familias guardan en sus anaqueles artículos comprados en un arrebato de la peligrosa frase: "Usted lo puede hacer" repetida en todos los programas de televentas. Aparatos para pintar las casas, taladros, picadores eléctricos, traperos mágicos, cuchillos que cortan el acero, ollas especiales para hacer tal o cual plato compradas en un arranque de optimismo e ilusión culinaria y que nunca se vuelven a usar.
Finalmente, la prueba reina de las compras inútiles, los nuevos percheros, los hay de todos los precios y especificaciones, eléctricos y digitales, con chips integrados para hacer toda clase de mediciones. En mi cuarto tengo uno, no sólo sirve como perchero, también sirve para secar toallas y en ocasiones para lo que originalmente fueron comprados, hacer ejercicios. El final de esos aparatos va de acuerdo con el tamaño de la máquina y el inmueble en donde usted habite. Terminan debajo de una cama, olvidados en un clóset o convertidos en un costoso perchero.
Lo triste del caso es que pese a notas como esta o a los consejos de asesores financieros o simplemente a la recomendación de un amigo que vivió la experiencia, las familias continúan comprando artículos inútiles que perjudican el presupuesto familiar pero paradójicamente fortalecen la economía mundial.
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