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domingo, 3 de octubre de 2021

EL olvido que seremos

Ayer disfruté, gracias a Netflix, la película: El olvido que seremos. La historia de la familia del médico Héctor Abad Gomez. 

Me rehusé a leer la novela por la misma razón que sistemáticamente evito libros o películas relacionadas con la violencia colombiana. Para eso están los noticieros y los periódicos, es mi argumento. 

Pero, siempre hay un pero, Netflix se metió hasta en mis gustos y cuando menos creí ya llevaba la película por la mitad.
No voy a cometer el error de contar la trama del largometraje, que quizá ya todos ustedes conocen o peor aún, la han vivido. Mucho menos voy a ensalzar a los productores por la excelente puesta a punto y el cuidado con los detalles para recrear la Medellin de los años 60 y 70. El reloj de Hector padre y el maletín de Hector hijo, la grabadora, los Renault 4 y 6 que se vieron, en fin, los de producción tienen ganado el Oscar.
Tampoco haré ningún comentario sobre lo valiente que fue el señor Héctor Abad Faciolince y su familia al permitir revivir un episodio tan doloroso de su historia, no voy a cometer esa imprudencia.
Solamente quiero dejar por escrito, consignado que llaman, los sentimientos de frustración, rabia y dolor que me produjeron los hechos magistralmente narrados en la película y que dolorosamente continuan siendo el pan nuestro de cada día.
Sentimientos que me hacen clamar, inútilmente, a los señores dueños de la violencia colombiana, que ya basta. No queremos mas muertos de la izquierda y de la derecha, azules o rojos, de unos y de otros, basta ya de odios y de inquinas, basta ya de desplazamientos, basta ya de terror en los hogares, basta ya…  
Hasta cuándo señores dueños de la violencia colombiana, hasta cuándo tanta barbarie y tanta sangre, hasta cuándo…

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