Mi hija me observó con una cara que expresaba una mezcla entre incredulidad y asombro. Con un tono de voz producto de esos mismos sentimientos preguntó: ¿No te acuerdas?
En segundos pasaron por mi cabeza todo los escenarios que ocurren cuando un hijo descubre las debilidades de sus padres. Los almanaques, la vejentud, todo llega, esto no me puede pasar a mí, pensé.
Rápidamente me propuse embarajar1 la situación, pero ya era demasiado tarde. Mi hija cambió la mirada previa por una indulgente facción que claramente decía: no te preocupes papá, es normal que la memoria falle, no pasa nada. Me dio unas pistas que rápidamente recordé y todo “olvidado” una simple y natural laguna mental.
Pero no, cuando la memoria empieza a fallar hay que tomar cartas en el asunto. Había que buscar un culpable y posteriormente una solución, si la había.
La culpable fue encontrada sin demoras, la tecnología. Fácil, con el desarrollo tecnológico ya no hay nada que guardar en la memoria. No hay que hacer el ejercicio mental de recordar las cosas. Todo lo que usted tiene que recordar está en el celular, en Google o en Facebook.
Todavía recuerdo el número telefónico 12610, de la prima Cuya Illera, a quien por familiaridad se llamaba con frecuencia. Apuesto lo que quieran a que actualmente no recuerdan más de dos números de teléfono, el propio y el de su pareja, el resto están bien guardados en la memoria del móvil.
Durante muchos años presumí de tener un buen sentido de orientación. En los viajes al extranjero podía conducir y acertar las rutas escogidas. El truco consistía en memorizar puntos en la ruta que luego servían como referencia para regresar. Ahora solo tienes que seguir las órdenes exactas de Waze o Google maps. Ellos se saben las rutas, te llevan y traen sin que tengas que hacer ningún esfuerzo mental para ubicar una via.
Otra habilidad de mi memoria, hoy en crisis, era la capacidad de recordar los nombres de mis pacientes. La verdad no era un gran logro, en cada consulta tenía que escribir sus nombres varias veces en cada formulación. Después de algunas consultas los nombres llegaban a mi memoria sin dificultad. Ahora no hay nada que escribir, los sistemas de historias clínicas llenan todas las formas con solo oprimir un clic.
La única ayuda tecnológica que a la larga agradezco es los recordatorios de cumpleaños que hace Facebook, siempre fui malo para recordar las fechas.
Como ven encontrar culpable para los embates del conocido germano fue fácil, veo difícil en cambio, encontrar la solución a estas fallas de la memoria. Sin embargo, la misma tecnología que no da tregua en su afán por desarrollar programas que facilitan los olvidos, también puede ayudar con aplicaciones que sirvan para estimular el uso de la memoria, buscaré algunas y les cuento si sirven, antes de que lo olvide...
1. Embarajar: Costeñismo. Querer corregir algo después de cometer una embarrada.
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