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sábado, 30 de diciembre de 2017

La cena de año nuevo


Para un goloso buena muela como yo, las fiestas de fin de año son motivo de total regocijo. En la noche de navidad y año nuevo, con una diferencia de solo siete días, las familias presentan sus mejores ejecutorias en el difícil arte de la culinaria. Madres, tías y abuelas preparan sus mejores recetas para el deleite de familiares, invitados, vecinos y todo aquel interesado en degustar las delicias gastronómicas de la época. Se produce una especie de competencia para ver quien prepara el mejor plato o postre.
Obviamente, los platos tradicionales preparados en casa, tienen especial recordación. Dos preparaciones gozaban del favoritismo de propios y extraños en mi casa paterna, las hayacas de mi mamá y el pernil de cerdo preparado por mi papá. El secreto de ambas recetas estaba en adobar con suficiente antelación la carne del cerdo. Esta maduración producía un sabor y textura inigualables del pernil y del relleno de las hayacas.
Las hayacas de doña Betty se complementaban con los pasteles de arroz de la prima Gladis. Preparados con el rigor y laboriosidad necesaria para que el arroz adopte la compactación propia de la masa, acompañaron muchas festividades de fin de año en mi casa paterna.
Con los años la tradición de hayacas, pasteles y perniles fue migrando a la del pavo horneado o relleno que se estila por estos días, gracias a la influencia gringa.
La torta o pudin de novia, al estilo de la tía Magola, se prepara en la familia desde hace muchos años. El “melao” de panela imprime el característico color negro; la textura la proporcionan ciruelas, almendras, nueces, fruta cristalizada, cerezas y otros ingredientes mientras que el embriagante aroma lo produce un baño de vino que recibe la torta una vez sale del horno. La receta heredada por la prima Antonieta, la tía Aura y ahora Martha Claudia pone el toque dulce a la cena de las festividades.
Esta reseña no puede olvidar el plato más preparado en estos días y común a todos los países occidentales que celebran las fiestas del fin de año.
Este plato es típico del 25 de diciembre y del 1 de enero, días mundiales del reciclaje, en donde nadie prepara nada. Aprovechando lo sobrado de la noche anterior se procesan los más costosos jamones, perniles y pavos en forma de emparedados. El “calentao” de arroces con carnes frías acompañado por ensalada de papa no pueden faltar. Debo dejar clara anotación, la ensalada de papa reciclada siempre resulta más sabrosa que la del primer día.
De esta manera mis amigos, envío mi saludo de año nuevo deseándoles que disfruten de las recetas tradicionales en la paz de sus hogares.
PD: No olviden, hacer ejercicio. Este es el único medio para contrarrestar el peligroso efecto de la carga calórica de todas estas delicias.

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