Hace unos días
comentaba sobre el tono, un tanto apremiante, utilizado por los profesionales
de la salud cuando prescriben el ejercicio a sus pacientes. Impulsado por el
temor a las consecuencias derivadas de la falta de ejercicio, el paciente sale
a comprar ropa deportiva, se inscribe en el gimnasio de moda, compra elíptica,
reloj para medir frecuencia cardíaca, activa las aplicaciones “fitness” del
celular, mejor dicho, se pega una endeudada para comenzar con los ejercicios que
lo obligan a trabajar el doble para pagar las cuentas. Conclusión, no tiene
tiempo para hacer el ejercicio ordenado por su facultativo.
El problema es que
la cosa no termina en aquella consulta donde se ordenó hacer ejercicio. En la
siguiente consulta el profesional que evalúa el caso encuentra qué el paciente
aumenta de peso notablemente. Obvio, la falta de ejercicio y la ansiedad fruto
de las deudas contraídas, aumentaron el apetito y por tanto los kilos
adicionales no tardan en aparecer. El tono del médico al enterarse de la falta
de ejercicio y el aumento de peso será un poco más severo, casi de reproche.
Ahora no solo tiene que hacer ejercicio, también tiene que bajar de peso.
El compromiso de
hacer ejercicio es fácil de cumplir, saca a pasear el perro por la noche,
madruga y camina con los amigos, hace rumba terapia, se inscribe en un
gimnasio, lo que sea, usted lo puede demostrar y no hay problema. Pero bajar de
peso y sostenerlo es una lucha, casi sin cuartel, contra la implacable báscula.
Tome el peso diario o semanal, en cueros o con ropa, en su báscula o en la del
médico, siempre faltarán los kilos necesarios para cumplir las metas
propuestas.
Con el agravante
que bajar de peso resulta más costoso que hacer ejercicio, pues implica hacer
las inversiones mencionadas en el programa de ejercicios, más los costos
derivados de mantener una dieta baja en calorías que, además, cumpla el
requisito de ser agradable y nutritiva. Frutos secos, pistachos, semillas de
las unas y de las otras, edulcorantes, verduras, leches descremadas, salmón y
otras delicias de las comidas y bebidas “fitness” son sin duda más costosas que
una arepa de huevo con una Coca Cola.
Sin embargo y pese
a lo mencionado, tengo que recomendarles hacer ejercicio y llevar una dieta
saludable. Probablemente no se prolongue la vida, pero si será más fácil
manejar la llegada de los inexorables achaques de la vejez.
http://meditationsjerod.blogspot.com.au/2014/07/the-lazy-prisoner.html
ResponderBorrar"Yo soy yo, y mis circunstancias" Josse Ortega y Gasset