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lunes, 9 de mayo de 2016

Vestidos de fiesta




La familia vivió la primera experiencia en celebraciones de grados para bachiller hace cuatro años. Nuestro hijo se mostró un tanto parco con los preparativos y la ceremonia. De manera que participando en una fiesta grupal celebramos el cumplimiento del primer hito en su vida profesional. Los preparativos y su desarrollo ocurrieron sin mayores contratiempos. Este año el plazo para este logro del desarrollo personal y profesional se cumple para Laura. 

El recuerdo fresco del grado de hace cuatro años y lo ocurrido hasta ahora, solo en los prolegómenos del evento de este año, me hacen caer en la cuenta y me llevan a concluir que los hitos de la vida se viven de acuerdo al sexo. 
El bautizo, la primera comunión, la confirmación, el grado de bachiller, el quinceañero, el grado universitario, el matrimonio y algunas otras circunstancias de la vida marcan la existencia. Pero la vivencia de cada uno de ellos es diferente para hombres y mujeres. Para no ir muy lejos estos hechos importantes de la historia personal parecen reservados para el sufrimiento y al mismo tiempo goce de las mujeres. Llego a pensar que si por los hombres fuera, quizás ya no se festejarían algunos de los eventos que marcan el devenir humano. Los hombres van a estos eventos porque toca o porque los llevan. El tiempo que invierte un hombre en los preparativos está dado por la toma de medidas para un traje, comprado o alquilado, escoger unos zapatos y pare de contar, una tarde de sábado es suficiente. 

Mientras que una mujer puede invertir todo su tiempo, el de su mamá y las amigas en definir los diferentes aspectos de la ceremonia. Sin temor a equivocarme el aspecto que ostenta la mayor relevancia en cualquiera de los eventos mencionados es, la elección del vestido. Este aspecto tiene una trascendencia solo comparable con encontrar la solución del conflicto árabe  israelí. Hay reglas inamovibles  de las cuales depende el éxito del ajuar para esa noche.  El vestido tiene que cumplir con la regla de tapar lo malo y dejar ver lo bueno. En eso los diseñadores se las saben todas y logran resultados asombrosos. Los diseñadores también saben que no pueden hacer dos vestidos iguales porque se arma la de Troya. Dos asistentes con el mismo vestido serán la comidilla de toda la fiesta para las mujeres. No para los hombres, ellos están viendo escotes, espaldas y piernas. En lo último que se fijarán será en ese detalle del vestido repetido. 

Es tan importante el tema de la elección del vestido que se invierte mucho tiempo en ese aspecto de la celebración. Alguien se habrá puesto en la tarea de contar cuánto tiempo de la vida  invierte una mujer en escoger, diseñar, probar y confeccionar o comprar los vestidos de las múltiples celebraciones a las que asiste. Sin contar el tiempo compartido cuando son madres, tías o abuelas que acompañan a la respectiva tributaria del nuevo ajuar de celebración. Digo ajuar porqué no sólo se invierte tiempo en el traje y su posterior puesta a punto. Los zapatos, la cartera, los accesorios y el maquillaje ocupan el mismo tiempo o más que el usado en el vestido. 
Y todo ese tiempo utilizado en la escogencia de ropa, zapatos, accesorios y maquillajes es justificado por un único y verdadero objetivo: verse más lindas que sus mejores amigas; no es para que las vea el novio, la familia o algún pretendiente invitado a la reunión. No señor, lo que cuenta es como se llega a la ceremonia y que las amigas sientan que su ajuar es único e irrepetible. Lo demás no importa. 


















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