
Hacer memoria es como ver
una fotografía en blanco y negro. En la memoria queda la foto del último
recuerdo, de la última vez que vimos a un amigo, del lugar visitado. Se guardan
los recuerdos como fotos de un álbum viejo que no se pueden modificar. La
memoria no es capaz de cambiar el aspecto que imprime el inexorable paso del
tiempo. Por esto en los reencuentros es imposible evitar los comentarios
derivados de notar la discrepancia entre los cambios naturales del
envejecimiento y la foto guardada en la memoria. Cuando la persona se conserva
como lo recuerda nuestra memoria los comentarios son favorables y se declaran a
los cuatro vientos causando regocijo en el receptor del beneplácito. Los
asistentes que rodean al "igualito" aceptan y se preguntan qué hará
para conservarse como nuestra memoria lo recuerda. Las teorías no son
muchas, algunas se plantean en buena tónica otras las llaman de mala leche.
Unas y otras van desde el asesoramiento de un esteticista, un cirujano plástico
o dermatólogo hasta el uso de toda clase de costosas cremas, pasando por el
convivir con una persona joven que "transfiere" colágeno. El uso de
hormonas, vitaminas, antioxidantes y otras más son recursos válidos para salir
airoso de los encuentros con la memoria colectiva y de los comentarios
derivados.
No ocurre lo mismo con aquellos asistentes que reciben el impacto de los años
sin portar una genética favorable para lucir más joven, ni los recursos para
atenuar el efecto de los calendarios. La discrepancia entre el recuerdo
guardado en la memoria y el estado actual genera todo tipo de especulaciones.
El comentario lapidario es que la persona en cuestión está “llevada”. Las
causas de la "llevadera" tampoco son muchas. Enfermedades crónicas o
problemas legales y económicos reducen el tráfico de cuchara y la posibilidad
de pagar un cirujano plástico.
Ahora, si de generar comentarios se trata, los "llevados" y los "igualitos" no producen tantos comentarios como los que abusan de las medidas antienvejecimiento. En otro momento anoté que algunos tratamientos para disimular el inexorable transcurso del calendario pueden tener resultados insospechados. Ocurre una transformación en los rasgos de la cara que nuestra memoria no es capaz de reconocer al personaje. El resultado de tantos tratamientos anti envejecimiento es una cara de "muñeco" que confunde a la memoria.
Todavía queda un grupo de personas que no clasifican para los grupos anteriores. A estos personajes el paso del tiempo ni los dejo iguales, ni lucen llevados, ni utilizan métodos para cambiar el aspecto. El cambio en la figura los convierte en los "desfigurados"
La memoria confundida con los cambios logra que los asistentes se pregunten si este personaje fue compañero o es un infiltrado. Recuerdo que cuando ocurrió el encuentro con mis compañeros de colegio hice parte de este último grupo. A tal punto fue el asunto que el abdomen y calva de obispo desarrollados en los últimos años me asemejaban al rector.
Ahora, si de generar comentarios se trata, los "llevados" y los "igualitos" no producen tantos comentarios como los que abusan de las medidas antienvejecimiento. En otro momento anoté que algunos tratamientos para disimular el inexorable transcurso del calendario pueden tener resultados insospechados. Ocurre una transformación en los rasgos de la cara que nuestra memoria no es capaz de reconocer al personaje. El resultado de tantos tratamientos anti envejecimiento es una cara de "muñeco" que confunde a la memoria.
Todavía queda un grupo de personas que no clasifican para los grupos anteriores. A estos personajes el paso del tiempo ni los dejo iguales, ni lucen llevados, ni utilizan métodos para cambiar el aspecto. El cambio en la figura los convierte en los "desfigurados"
La memoria confundida con los cambios logra que los asistentes se pregunten si este personaje fue compañero o es un infiltrado. Recuerdo que cuando ocurrió el encuentro con mis compañeros de colegio hice parte de este último grupo. A tal punto fue el asunto que el abdomen y calva de obispo desarrollados en los últimos años me asemejaban al rector.
Finalmente para la próxima reunión me sentiré satisfecho si nuestra memoria es capaz de recordar el último encuentro no importa lo "igualitos", "llevaditos", "muñequitos" o "desfiguraditos" que nos vimos.
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