Oficina de pasaportes de Barranquilla: "templo del
rebusque".
No alcancé a llegar al lugar asignado para hacer la muy
tercermundista cola de las oficinas públicas cuando rápidamente fui abordado
por un tipo que me ofrecía una de las formas de rebusque más reconocidas en
nuestro país, vender puestos adelante de una cola que promete ser larga. A las
seis de la mañana la cola ya serpenteaba por uno de los costados de la
gobernación. Sin duda había más "coleadores", "coleologos"
o mejor cuida puestos que personas interesadas en el trámite, por veinte mil
barritas ofrecen lo que el estado te debe garantizar, una buena y rápida
atención. Obviamente no acepté la propuesta, no faltaba más, yo como todo
barranquillero tengo mi rebusque y ya había mandado a un allegado, que
eufemismo y también que mala decisión, los rebuscadores profesionales relegaron
al novato a los puestos de media tabla. Resignado me sitúe en el puesto que el
rebusque me dejó, no sin antes pensar que lo invertido en mi
"allegado" daba igual a lo que me pedía el profesional.
Dejarme en un puesto mas bien trasero no fue argumento para
que el “allegado” no obtuviera su rebusque, de manera que cobró y se fue.
Apenas me acomodaba en la cola cuando otra forma de rebusque me abordó, por dos
mil pesos, un lugareño ofrecía la ultima silla Rimax disponible, una dama hizo uso de la oferta no
sin antes tratar de regatear el precio, intentó inútil dadas las condiciones de
oferta y demanda. La cara de otro rebuscador daba la aprobación al negocio de
su colega, dos mil pesos por veinte sillas en dos horas, nada mal.
Una cola en el centro de Barranquilla puede ser la mayor
forma de generar rebusque, en treinta metros de cola pude observar los
siguientes: vendedores de minutos, vendedores de jugos y viandas que solucionan
el malogrado desayuno, fotógrafos, voceadores de periódicos y un malabarista
envejecido que pasa el sombrero después de unos fallidos intentos de mantener
en el aire unos palos con fuego. Pese a los implacables comentarios
relacionados a su incapacidad para cumplir con los malabares, unas monedas
cayeron al fondo del sombrero, salvando la presentación y seguramente el
desayuno.
Nada de lo visto hasta ahora me sorprendía, que esperaba, las
cifras de desempleo no mienten y el rebusque es la regla y no la excepción. Lo
que sí me sorprendió hasta el estremecimiento, fue sufrir en primera persona el
efecto producido por el rebusque sobre la agudeza visual y el discernimiento,
imagínense que un rebuscador en su afán por conseguir una propina se ofreció
para llevarme al lugar por donde entran sin hacer cola los miembros del selecto
club de la “tercera edad”, como les parece y todavía no eran las siete de la
mañana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario