sábado, 2 de marzo de 2019

Sábado de carnaval


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Al fin llegó el sábado de carnaval. Cuento las horas que faltan para celebrar mis primeros 37 años de amores con la salsa. Hoy, de pie, frente a la tarima en donde la universidad de la salsa el Gran Combo de Puerto Rico, interprete sus canciones yo cantaré, bailaré y celebraré mi encuentro con la salsa.
Llegué tarde al mundo de la parranda, el baile y el carnaval. Corría el año 1981 y el sexto de bachillerato prometía ser un año más. En la casa paterna de origen santandereano se escuchaban, a bajos decibeles, bambucos, bundes, pasillos y guabinas. Pero la llegada de la primera novia cambió rápidamente el decorado musical. Javier Bustamante, cuñado de la época, fue mi primer maestro y la persona que me mostró el primer larga duración del gran Combo con las canciones que me enamorarían de este género musical. Ese album, Happy Days, salio a la luz publica en abril del 1981 con ocho canciones, cuatro pasaron a la posteridad: El menú, Timbalero, A la reina y Amor comprado.
La llegada de la familia Lopierre Torres a Barranquilla, tambien en ese año, mejoró el entrenamiento, la salsa y otros ritmos caribes empezaron a remplazar a bambucos y guabinas.
Durante ese último año de colegio aprendí a bailar salsa y merengue, se ampliaron mis conocimientos sobre el tema y quedé listo para mi bautizo carnavalero.
Mi debut carnavalero ocurrió un día como hoy sábado de carnaval en el Hotel del Prado.
La nómina era de lujo El Gran Combo, Johnny Ventura, el Binomio de Oro, Juan Piña y el show de media noche Celia Cruz. Mi bautizo salsero no podía ser mejor, solo había un pequeño problemita, mi hermano Piter y yo no teníamos ni para la gaseosa. Las novias estaban invitadas por sus familias y nosotros todavía no clasificábamos para ese grupo. El pradito era nuestro destino.
Pero no, el dios de la salsa nos envío a un ángel caritativo y audaz con parientes trabajando en la cocina del hotel. En un momento oportuno un pariente dejó abierta una puerta contigua a los jardines externos del hotel, entramos como si nada pero sin ser vistos. Una vez adentro, nuestro angel me agarro de la mano y comensamos a correr, el terror de ser descubiertos y sacados a patadas nos hizo volar. De pronto nos encontramos a un paso de la tarima principal, nadie nos vió. Nuestro bautizo sería en la primera fila de la pista principal del Hotel del Prado con el Gran Combo y Celia Cruz como padrinos. El resto es historia.




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