jueves, 13 de diciembre de 2018

"Ya que"

El primo Gustavo me lo había advertido hacía mucho tiempo. Con su experiencia bien ganada como padre de familia, sabía lo que significaba el “ya que”. «Ojo, me dijo, ponte en guardia cuando te digan frases como, “Mijo, ¿no te parece que las paredes están sucias?”. Pilas, de la pintada de la pared no te salvas, pero trata de que el “ya que” no resulte tan costoso.»
Para los que aún no lo captan, el “ya que” consiste en que vamos a pintar la casa y, ya que estamos en eso, cambiamos el piso, y ya que cambiamos el piso, pintemos las puertas de los cuartos, etc, etc.
Total, el “ya que” resulta siendo más costoso que la idea original.
Hace algunos días mi señora expresó su preocupación por lo maltrechas que se veían las puertas de los baños. ¡Quién dijo miedo! Inmediatamente riposté, cual boxeador en combate apretado: 
“Nombe, amor, si están muy bien”.
Los consejos de Gustavo me daban vueltas en la cabeza, ya sabía lo que me venía pierna arriba. Lo que no sabía era que ya estaba noqueado. No había nada que hacer. La observación del deterioro de las puertas no había sido casual, venia estratégicamente acompañada de un recto de derecha contundente a la mandíbula. “Mañana viene el carpintero a revisarlas, para hacer una cotización”.
“Bueno”, respondí noqueado desde la lona y practicando el aforismo si no la puedes vencer, únetele. “Que venga y miramos. Después de todo, las puertas se ven un poco acabadas”. 
Y, para no alargarles el cuento, el “ya que” fue idea mía: una cocina nueva.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario