domingo, 28 de octubre de 2018

La selección Colombia


Aprendí a ver fútbol oyéndolo. Como alguna vez conté, los domingos la familia se reunía, en la casona de la prima Cuya,  alrededor de un viejo pero eficaz radio de tubos Phillips a escuchar las vibrantes narraciones del negro Edgar Perea. Eran domingos de fútbol y de Junior, la selección Colombiana no hacía su debut en mi vida y pasión futbolera.
La pasión por la selección comenzó más tarde de la mano de un costeño ancestral, casi proverbial, Efraín “el caimán” Sanchez. La selección dirigida por esta leyenda del fútbol colombiano llegó hasta la final de la copa America de 1975. Con una defensa casi barranquillera, Segovia, Boricua y el Toto casi que nos sentíamos oyendo jugar a Junior. Willinton, Diaz, Retat, Umaña, Arboleda, Zape y Miguel Escobar completaban el tremendo equipo subcampeón de esa copa. Esa selección como dijo algún titular de prensa de hace algunos años: nos sacó del closet. Metió a la selección en nuestras vidas y se quedó para siempre.
Ver un partido de la selección es un rito casi sagrado en donde no se admiten intromisiones.
Primero, prefiero verlo a solas o con poca gente. Los comentarios los prefiero mesurados y no acalorados, ni del negro Perea me aguantaba sus comentarios. Por eso digo que falta hace Hernan Pelaez.
Segundo, debo escuchar la narración y comentarios de la radio, por supuesto. Ya les dije que me crié con el Phillips y sigo así, con el volumen del televisor en off y oyendo la radio, de principio a fin, todos los preámbulos y todos los comentarios.
No me gusta que me interrumpan mi comunión con la radio, de manera que preparo mi ritual con tiempo y ansiedad para ver jugar a la tricolor. Fíjense que digo ver jugar, no me interesa una selección que gane haciendo un papelón. Me gusta que jueguen, que toquen, que pongan el balón como un corozo, que muestren el fútbol que nos gusta en Colombia y si ganamos, mejor.
Hoy juega Colombia su paso a octavos de final del mundial. Ojalá juegue bien, como lo hicieron frente a Polonia. Si juegan bien el fútbol recompensa y deben ganar. Si pierden, jugando bien, no importa, es un juego, otro día será. Por lo pronto comienza mi ritual para ver un partido de la selección, espero poder hacer más rituales este mes.

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