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sábado, 13 de febrero de 2016

Se buscan referentes para la profesión.

En busca de respuestas para resolver el problema de elegir la mejor opción profesional, mi hija preguntó cuáles fueron mis razones para estudiar medicina.   No hay pregunta más difícil de responder que esa. En secreto pienso que para muchos bachilleres las matemáticas son la razón principal para escoger una carrera. Para los hábiles con los números que entienden cómo X es igual a Y, las ingenierías son su destino. Para los que todavía hoy no entendemos por qué la X y la Y pueden ser iguales, queda la opción de las humanidades. Para aquellos con familiares ejerciendo la carrera tomar la decisión puede ser más fácil. Algunas veces, sin haber cursado el primer semestre, el futuro profesional sabe que especialidad ejercerá pues pertenecen a familias dedicadas a una rama de la profesión que conoce las necesidades del mercado. Para muchos otros bachilleres no hay referentes que señalen el camino.
Buscando una respuesta que iluminara a Laura en su encrucijada, recordé un concurso ganado con lo que a la postre seria mi primer referente médico, les contaré. A los doce años la diversión estaba reducida a ver Ultraman y Plaza Sésamo. Después de la seis de la tarde, cuando no se podía jugar bola'etrapo, había que distraerse haciendo crucigramas, leyendo paquitos y revistas. Esos pasatiempos me llevaron a tener el conocimiento para ganar un concurso en la radio. Resulta que los domingos por la mañana, Oswaldo Sampayo Cobo conducía un programa de variedades donde hacían preguntas al público. El reto del programa no era responder las preguntas de Sampayo, era conseguir el tono para hacer la llamada y luego que te contestaran. Insistí varias mañanas de domingo. Los crucigramas de Mac en El Espectador y la lectura de Selecciones mejoraban mis conocimientos escolares. Finalmente, un domingo de tantos entró la llamada. Estaba solo, mi mamá y mi papá no me acompañaban en la aventura radial. A un concursante en turno le preguntaron ¿cuál es el hueso del talón? La respuesta fue rápida, el fémur. Más rápido cayó la cortina musical indicadora de respuestas incorrectas. Seguía yo, repitieron la pregunta que contesté con mi reconocida timidez, el calcáneo. ¿Está seguro? un silencio infinito me congeló, pero dije sí. Del otro lado de la línea Sampayo me felicitó y anunció el premio, cinco litros de gaseosas Postobón. Ahora suena insignificante, pero para el momento debutaban en Colombia.

Hoy, cuarenta años después, la charla con Laura me mostró que los acertijos de Mac y la sección “Yo soy el hueso de Juan” de la inolvidable revista Selecciones del Reader`s Digest fueron mis primeros referentes en la medicina. 

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